Los sentidos de las aves

La mayoría de las aves tienen ojos relativamente grandes, en especial, aquéllas que son activas a la luz débil del alba y del atardecer, o las que viven en la profundidad de los bosques. Al igual que los seres humanos, las aves pueden percibir los colores. Esto se deduce tras observar el importante papel que el color del plumaje desempeña en sus vidas.

Con unas pocas excepciones, los ojos de las aves se localizan a los lados de la cabeza y no en su parte delantera. Por esta razón, tienen una percepción pobre de la profundidad, aunque pueden ver un porcentaje mayor de su entorno sin girar la cabeza.

Los ojos de los búhos están situados en el plano frontal de ésta, pero no pueden moverse en sus órbitas y, para mirar hacia los lados, el animal tiene que dirigir la cara hacia el objeto que le interesa. Incluso estas aves necesitan un poco de luz para poder ver. Los que cazan en una semi o total oscuridad, por ejemplo en cuevas o edificios viejos, utilizan el oído más que la vista.

Los búhos, que tienen una excelente visión nocturna, de todas formas también usan el oído para localizar y captar a sus presas de noche. El oído es particularmente importante en zonas forestales, donde es imposible mantener el contacto visual; por eso el gran desarrollo de sus trinos, cantos y otros efectos sonoros.

La capacidad auditiva de las aves es mucho más amplia. Lo que para nosotros puede parecer una sola nota, para un ave pueden ser hasta diez notas independientes. Aunque muchas aves carecen de olfato, hay algunas, como las nocturnas, los kiwis y los buitres, que buscan comida entre la hojarasca mediante este sentido.

El sentido del gusto no está muy desarrollado en ninguna especie, ya que este incluye las sensaciones olfativas, y, como ya se mencionó, casi no perciben olores.Las papilas gustativas solo están presentes en la parte posterior del paladar, por lo que paladean su comida cuando está bien adentro. De todas formas, al igual que el hombre, son capaces de distinguir cuatro sabores básicos: salado, dulce, amargo y ácido.

El tacto está bien desarrollado en la lengua de muchas aves y también en la punta de los picos, sobre todo de aquellas que buscan sus presas en la profundidad del barro, el agua o al interior de un tronco.

El canto de las aves

Numerosas aves cantan, mayoritariamente los machos, produciendo sonidos que muchas veces son muy bellos para el oído humano. El ruiseñor y la alondra europeos, el canario de las Islas Canarias, y el chochín musical sudamericano son las voces más destacadas. También hay algunas muy versátiles, como el carricero políglota y el ave lira, que son capaces de imitar los cantos de muchas otras aves. El primero imita a 76 especies distintas.

Además de los cantos, las aves también reclaman. Son sonidos breves, relativamente simples y siempre iguales, asociados al comportamiento diario: alimentación, interacción entre progenitores y crías, desplazamientos (migraciones), reacción al peligro y formación de bandadas.

Las aves de jaula que mejor “hablan” son los minás y los loros. También tienen la capacidad de imitación las urracas y los sinsontes.

La voz de las aves es producida por la siringe, ubicada en el cuello y formada por una serie de membranas, las cuales, al hacer pasar el aire por ellas, producen sonidos -funcionan de manera similar a nuestras cuerdas vocales-. Para hacerlas vibrar hace falta mucha potencia, lo que se consigue con la contracción de los músculos respiratorios.

La siringe, ausente en el avestruz y el buitre, está subdividida en dos fuentes sonoras completamente independientes, lo cual permite emitir varios sonidos a la vez.