Partes del insecto

Aunque la apariencia externa de los insectos es extremadamente variada, ciertas características de su anatomía son comunes a toda la clase. El cuerpo de todos los insectos adultos se compone de tres partes: cabeza, tórax y abdomen (en las larvas, el abdomen y el tórax no siempre están diferenciados). Cada una de estas partes se compone de una serie de segmentos. La cutícula de cada segmento está formada por cuatro placas o escleritos: una dorsal (tergo), otra ventral (esterno) y dos laterales (pleuras).

En la cabeza hay dos antenas, un par de ojos compuestos y tres ojos sencillos u ocelos.

Las antenas, que por lo general salen de la parte delantera de la cabeza, son segmentadas. En algunos insectos las antenas presentan órganos olfativos, además de órganos del tacto. Las piezas bucales están formadas por un labro, un par de mandíbulas, un par de maxilas que presentan un palpo cada una, un labio (que también dispone de un par de palpos) y una hipofaringe.

Las mandíbulas son grandes y pesadas y se encuentran a ambos lados de la boca. Se cierran horizontalmente y se emplean para aferrar la comida y triturarla. Las maxilas son de estructura más ligera. Las bocas de muchos insectos están adaptadas para perforar y chupar, más que para morder.

Los ojos, en cambio, suelen ser de dos tipos: ojos simples y ojos compuestos. Los ojos simples se llaman ocelos. Son tres y se encuentran en el ángulo superior de la cabeza. Los otros, en cambio, son dos y se ubican a ambos lados de la cabeza del insecto.

Aunque parezca increíble, algunos ojos compuestos pueden llegar a tener 30 mil unidades de visión, cada una de las cuales posee una córnea, un cristalino, retina, etc., lo mismo que posee el ojo humano.

Es por esta misma razón que los insectos son dueños de una visión privilegiada, ya que en un mismo instante son capaces de ver hacia el lado, el frente, atrás, arriba o abajo.

Pero es también diferente a la del ojo humano, puesto que las imágenes que forman tienen una constitución semejante a la de un mosaico. En cuanto a la visión de colores, son capaces de ver el ultravioleta, cosa que el hombre no puede hacer.

Por su parte, el tórax se divide en tres porciones: anterior o protórax; media o mesotórax, y parte posterior, final o metatórax, en cada una de las cuales van insertas dos patas, sumando seis en total. Por esto los insectos se denominan hexápodos (del griego hexa = seis; podos = patas). Al presentar alas, estas se ubican en el meso y metatórax. El abdomen, por su parte, puede llegar a dividirse en 11 porciones o segmentos, y es en los últimos donde se encuentran los órganos relacionados con la reproducción.

Las alas

La mayor parte de la energía para agitar las alas proviene de grandes músculos horizontales y verticales ubicados en el tórax. Al contraerse alternadamente, las superficies superiores e inferiores del tórax se acercan y luego se alejan, provocando un movimiento hacia arriba y abajo de las alas. Para determinar el rumbo del vuelo utilizan unos pequeños músculos ubicados en la base de cada ala, que rectifican el ángulo del aleteo.

Existen insectos cuyas alas, al estar en reposo, les ayudan a esconderse, camuflándose con el medio donde viven. Otros poseen alas con hermosos diseños, con forma de grandes ojos de lechuza, que solo muestran cuando se ven atacados, escondiéndolos cuando se tranquilizan.

Las patas y sus funciones

Para la mayoría de los seres vivos del planeta, las patas son muy importantes para su desenvolvimiento; es decir, para caminar, saltar o correr. Sin embargo, los insectos no se han quedado solo con esto y les han dado otros usos. Por ejemplo, las abejas tienen en sus patas traseras, unos pequeños saquitos donde almacenan el polen que van recolectando.

Muchos insectos tienen patas para agarrar fuertemente, denominadas raptoras, como, por ejemplo: la mantis, que con ellas sujeta a la presa mientras se la va devorando. También pueden utilizarse en el apareamiento, para abrazar al individuo del sexo opuesto.