Cuerpo y alma

El hombre tiene algo de común con los animales y algo de exclusivamente humano. Estamos acostumbrados a designar lo uno y lo otro, de cierta manera fácil con los nombres de cuerpo y alma, respectivamente. Al cuerpo pertenece cuanto en el hombre es naturaleza; y al alma, cuanto en el hombre es espíritu. Esto nos aparece a todos como evidente, aun cuando se reconozca que hay dificultad en establecer las fronteras entre los dos campos.

Algunos dicen que todo es materia; otros, que todo es espíritu. Algunos insisten en que cuerpo y alma son dos manifestaciones de alguna cosa única y anterior. Como quiera que sea, ambas manifestaciones son diferentes. No se trata de negar lo que hay de material y de natural en nosotros, para sacrificarlo de modo completo en aras de lo que tenemos de espíritu y de inteligencia. Si todos ayunáramos hasta la tortura, como los ascetas y los faquires, moriríamos.

Lo que debe procurarse es una prudente armonía entre cuerpo y alma. Si el hombre no cumple debidamente sus necesidades materiales se encuentra en estado de ineptitud para las tareas del espíritu y para realizar los mandamientos del bien.

Advertimos, pues, que hay siempre algo de tacto, de buen sentido en el manejo de nuestra conducta; algo de equilibrio y de proporción. Ni hay que dejar que nos domine la parte animal en nosotros, ni tampoco debemos destrozar ésta base material del ser humano, porque todo el edificio se vendría abajo. Así como en ciertos instantes de bravura, arrojo y heroicidad.

Hay otros momentos en que necesitamos de toda nuestra inteligencia para poder atender a las necesidades materiales.

De modo que estos dos gemelos que llevamos con nosotros, cuerpo y alma, deben aprender a entenderse bien. Y qué mejor si se realiza el adagio clásico: «Alma sana en cuerpo sano”.

Añádase que todo acto de nuestra conducta se nos presente como » disyuntiva «, es decir: hacer esto o hacer lo otro. Y ahora entenderemos lo que quiso decir Platón, el filósofo griego, cuando comparada al hombre con un cochero obligado a poner de acuerdo el trote de dos caballos.