Escultura: arte tridimensional

Escultura (en latín sculpere, ‘esculpir’), arte de crear formas figurativas o abstractas, tanto exentas como en relieve. La escultura es el arte de modelar, tallar y esculpir un material, con el fin de representar figuras u objetos en tres dimensiones. Esto quiere decir que, a diferencia de la pintura, que es bidimensional y plana, las esculturas tienen volumen y pueden ser apreciadas no sólo de frente sino desde distintos puntos.

La escultura es la rama de las artes plásticas que se ocupa de la creación de formas artísticas en tres dimensiones, con muy diversos materiales y formas. Desde el comienzo de este arte en tiempos prehistóricos, la principal inspiración de los escultores ha sido la figura humana, aunque con distintas motivaciones o connotaciones.

Los objetos escultóricos conocidos más antiguos, tallados en marfil, asta, hueso o piedra, tienen entre 27.000 y 32.000 años de antigüedad. Entre ellos podemos citar un caballito de marfil de líneas ondulantes y delicadas, que fue hallado en una cueva de Alemania.

Las representaciones del hombre primitivo estaban relacionadas con la magia, la religión y también con la utilidad (tallado de herramientas y utensilios). Sin embargo, con el paso del tiempo, estas figuras perdieron su simbolismo y funcionalidad, surgiendo la preocupación por reproducir la belleza. Esta finalidad determinó el nacimiento del “arte de la escultura”.

A medida que se fue desarrollando la civilización, se acentuó la utilización de las figuras humanas tanto femeninas como masculinas, en algunos casos mezclándolas con rasgos animales para representar a los dioses (pueblos mesopotámicos). También es importante la exaltación de los soberanos (egipcios).

Con los griegos se humanizan tanto las esculturas, que dada su perfección parece como si se tratara de personas congeladas cubiertas de mármol -tipo de piedra, principal material utilizado en esa época-.

Grecia marcó un hito en las artes. La perfección y la belleza no solo están presentes en la escultura, sino también en la arquitectura. Su estilo para crear ha sido denominado clásico, y sus formas y detalles aún son estudiados.

Los etruscos, que habitaron la zona entre Florencia y Roma en Italia desde el siglo VIII hasta el III a.C., realizaron esculturas de sus dioses en terracota a tamaño natural, así como figuras humanas reclinadas sobre las tapas de los sarcófagos de terracota.

También realizaron soberbios vaciados en bronce, como la Loba capitolina (c. 500 a.C., Museo del Capitolio, Roma), que se convirtió en el símbolo de Roma.

Los romanos fueron ávidos coleccionistas e imitadores de la escultura griega. Los historiadores modernos conocen los originales griegos perdidos gracias a las copias realizadas por ellos. La contribución característica de los romanos al arte de la escultura fue el retrato realista, en el que registraron hasta los detalles faciales menos atractivos. El sentido de la importancia de los hechos históricos que poseían los romanos queda reflejado en las esculturas exentas y en los relieves.

En la Edad Media, las esculturas pasaron a segundo plano respecto a la arquitectura. Casi fueron exclusivamente un complemento de esta, al estar destinadas a la ornamentación de grandes construcciones, como, por ejemplo, castillos, palacios e iglesias. Las figuras estaban relacionadas con los textos bíblicos, ya que en ese tiempo primaba el teocentrismo; en otras palabras, todos los aspectos de la vida giraban en torno a la creencia en Dios.

El Renacimiento marcó el retorno al estilo clásico. Un claro ejemplo del brusco quiebre respecto al período anterior es la reaparición de las representaciones del cuerpo humano desnudo.

El barroco surgió en Italia a principios del siglo XVII y se caracterizó por su exuberancia, la bella expresión de emociones, y, en algunos casos, también por su dramatismo. Como ya lo señalábamos, terminamos con el Rococó, estilo ornamental principalmente de interiores, surgido en Francia y que se difundió por Europa durante el siglo XVIII.