El Renacimiento

A finales del siglo XIV hubo un avance hacia la elegancia y refinamiento y aumentó el interés por los motivos naturales. El hombre se hizo consciente de su importancia e influencia en el mundo.  El Renacimiento se caracterizó por una vuelta a la antigüedad clásica y al empleo de materiales nobles, como el mármol y el bronce, y la difusión de temas profanos y alegóricos, en especial el desnudo. Incluso la historia cristiana empezó a contarse desde un punto de vista humano.

Además, la escultura se caracteriza por su expresividad y la perfección de las formas, tanto en el relieve como en las estatuas.

Donatello fue el escultor más importante de comienzos del renacimiento; sus obras evidencian que no sólo fue un maestro en el arte de la escultura en piedra, sino que también poseía un profundo conocimiento de la psicología humana.

Los innovadores fueron Donatello y Verrocchio aunque, definitivamente, la escultura del Renacimiento es dominada por el genio de Miguel Ángel, genio máximo de la escultura, no sólo del siglo XVI italiano sino tal vez de todos los tiempos. Otros escultores que merecen mención son: Jacopo della Quercia (1374/75-1438) y Luca della Robbia (1400-1482).

En este período también se destacó Benvenuto Cellini, gran artista del bronce, autor de “Perseo con la cabeza de Medusa”.

En España el renacimiento adquirió unas características particulares debido, en gran parte, al inmovilismo de las tradiciones. Así nació el plateresco cuya manifestación más significativa la encontramos en la fachada de la Universidad de Salamanca, de Juan de Álava. No hay que olvidar a los grandes escultores Alonso Berruguete, Damián Forment y Juan de Juni, que se formaron en Roma y en Florencia.