Artistas Clásicos

Miguel Ángel: Un genio inmortal

Miguel Ángel o Michelangelo Buonarroti (1475-1564), uno de los mayores creadores de toda la historia del arte y, junto con Leonardo da Vinci, la figura más destacada del renacimiento italiano. En su condición de arquitecto, escultor, pintor y poeta ejerció una enorme influencia tanto en sus contemporáneos como en todo el arte occidental posterior a su época.

Destacado pintor, escultor, arquitecto, poeta e ingeniero militar, considerado como uno de los más grandes maestros del Renacimiento. Nació el 6 de marzo de 1475 en el pequeño pueblo de Caprese, cerca de Arezzo, aunque, en esencia, fue un florentino que mantuvo a lo largo de toda su vida unos profundos lazos con Florencia, su arte y su cultura.

Pasó gran parte de su madurez en Roma trabajando en encargos de los sucesivos papas; sin embargo, siempre se preocupó de dejar instrucciones oportunas para ser enterrado en Florencia, como así fue; su cuerpo descansa en la iglesia de la Santa Croce.

Entre sus obras inmortales están: las esculturas “David” y “Moisés” ; en arquitectura, la cúpula de la basílica de San Pedro; en pintura, los frescos de la Capilla Sixtina. Además, escribió tanto en prosa como en verso. En 1505, Miguel Ángel interrumpió su trabajo en Florencia al ser llamado a Roma por el papa Julio II para realizar dos encargos

El más importante de ellos fue la decoración al fresco de la bóveda de la Capilla Sixtina, que le tuvo ocupado entre 1508 y 1512, 24 años antes de comenzar, en 1536, el Juicio Final. Pintando en una posición forzada, acostado de espaldas al suelo sobre un elevado andamiaje, Miguel Ángel plasmó algunas de las más exquisitas imágenes de toda la historia del arte.

Otras de sus célebres estatuas son: “Baco”, “La Pietá”, la Tumba de Lorenzo de Médicis, la “Piedad Rondanini” y el “Sepulcro del Papa Julio II”. La Pietà, una de las obras de arte más conocidas, la terminó casi con toda seguridad antes de cumplir los 25 años de edad, es además la única obra en la que aparece su firma. Sentada majestuosamente, la juvenil Virgen sostiene a Cristo muerto en su regazo, iconografía que toma del arte del norte de Europa.

En lugar de aparentar dolor, María se contiene, se refrena, con una expresión en el rostro de total resignación.

El gran poeta del renacimiento Ludovico Ariosto escribió refiriéndose a él: “Miguel Ángel, más que mortal, divino”. Ciertamente, el epíteto ‘divino’ fue extensamente aplicado a este artista gracias a sus extraordinarias dotes y talento. Dos generaciones de pintores y escultores italianos, entre los que se encuentran Rafael, Annibale Carracci, Pontormo, Rosso Fiorentino, Sebastiano del Piombo y Tiziano, admiraron su manera de tratar el cuerpo humano.

Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)

Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), artista italiano, una de las figuras más sobresalientes del barroco. Su actividad no se reducía a la escultura, también fue un gran arquitecto, pintor, dibujante y escenógrafo; concibió espectáculos de fuegos artificiales, realizó monumentos funerarios y fue autor teatral. Su arte es la quintaesencia de la energía y solidez del barroco en su apogeo.

En la escultura, su gran habilidad para plasmar las texturas de la piel o de los ropajes, así como su capacidad para reflejar la emoción y el movimiento, eran asombrosas. Bernini introdujo cambios en algunas manifestaciones escultóricas, como los bustos, las fuentes y las tumbas.
Trabajó con virtuosidad el mármol blanco, aunque también usó el estuco y el bronce, y mezcló hábilmente estos materiales. De sus numerosos bustos en mármol destacan el del Papa Urbano VIII, el del cardenal Scipione Borghese y el retrato de Costanza Buonarelli. Sus demás creaciones, casi todas colocadas en iglesias, recuerdan temas cristianos clásicos.

La obra maestra de Bernini es el Éxtasis de santa Teresa (1645-1652, Santa Maria della Vittoria, Roma) i está esculpida en mármol con la complejidad, tensión dramática y expresión dinámica características del espíritu barroco. Los rayos de luz y las flechas están realizadas en bronce.

Además de escultor, también era arquitecto. El trazado de la plaza San Pedro es uno de sus mayores logros arquitectónicos.

La influencia arquitectónica de Bernini se extiende durante más de dos siglos y medio, a lo largo de todo el barroco y parte del clasicismo. Es evidente en su discípulo Carlo Fontana, pero también en otros maestros europeos como Christopher Wren, Filippo Juvarra, Johann Bernhard Fischer von Erlach o el español Ventura Rodríguez.