El arte rococó

Rococó, estilo pictórico y decorativo del siglo XVIII que se caracterizó por una ornamentación elaborada, delicada y recargada. El periodo del rococó se corresponde aproximadamente con el reinado de Luis XV, rey de Francia (1715-1774). Sus orígenes exactos son oscuros, pero parece haber comenzado con la obra del diseñador francés Pierre Lepautre, quien introdujo arabescos y curvas en la arquitectura interior de la residencia real en Marly, y con las pinturas de Jean-Antoine Watteau, cuyos cuadros de colores delicados sobre escenas aristocráticas que se desarrollan en medio de un entorno idílico rompen con el heroísmo del estilo de Luis XIV.

Designado por una palabra que proviene de la expresión francesa “rocaille”, inspirada en el aspecto de las rocas marinas cubiertas de conchas y algas. El Rococó se caracteriza por ser excesivamente ornamental; es decir, la decoración es muy adornada y recargada en sus estilos.

El estilo rococó se difundió rápidamente por otros países europeos, particularmente por Alemania y Austria, donde se entremezcló con el barroco creando un estilo suntuoso y profuso, especialmente en iglesias y espacios sagrados. Culminó con el trabajo del arquitecto y diseñador bávaro François de Cuvilliés en su obra del pabellón de Amalienburg (1734-1739), cerca de Munich, cuyo interior, parecido a un joyero, estaba compuesto de espejos, filigranas de plata y oro, y paneles decorativos. En España, el palacio de La Granja es el edificio que más se acerca a este estilo artístico, aunque el rococó se desarrolló más en la decoración de interiores.

Rococó en Francia

En Francia el más famosos de los exponentes de este estilo pictórico fue Antonio Watteau (1684-1721), quien se encarga de retratar a la sociedad con suaves colores pero recargadas decoraciones. Sin embargo, en sus pinturas se ve una cierta melancolía en la composición, sumado a un desengaño palpable que se aprecia al ver a los personajes de espaldas al espectador. Una obra que refleja su estilo es el payaso Gilles, de la Comedia Italiana, que denota la tristeza en su rostro.

Francisco Boucher (1703-1770) fue el pintor oficial de la corte francesa en el siglo XVIII y se dedicó a pintar obras con motivos mitológicos, envueltos en colores fríos, como azules, rosados y verdes transparentes.

Su más cercano colaborador fue Juan Honorato Fragonard (1732-1806), que si bien siguió sus pasos en cuanto a galantería, fue mucho más rápido y eficiente que su maestro. Una de sus principales obras fue La lectora.

Rococó en Inglaterra

Durante esta época los ingleses prohibían terminantemente la representación del desnudo, por lo que la mayoría de las pinturas son retratos. Joshua Reynolds (1723-1792) llegó a presidir la Real Academia de Bellas Artes y sus obras se caracterizaron por ser muy estáticas, pero plagadas de colores refinados mezclados con la atmósfera.

Otro retratista importante inglés fue Tomás Gainsborough, quien se cargó bastante a la decoración, lo que se puede apreciar en su obra El niño azul. Finalmente, el Rococó inglés culmina con William Turner, uno de los precursores del impresionismo, estilo que comenzó en 1874.