Desiertos y praderas

Los desiertos y las grandes praderas, son aquellos lugares donde la vegetación arbórea es escasa. Esta situación es la que encontramos en gran parte del territorio mundial.

Los desiertos

Una quinta parte de la superficie de nuestro planeta está formada por regiones muy secas, donde la escasez de agua hace casi imposible la vida de los seres vivos, sean estos plantas o animales. Estos ambientes son lo que conocemos como desierto, los que podemos clasificar como desierto árido, polar o de altura.

Desierto, término aplicado a regiones áridas de la Tierra con escasez o carencia de precipitaciones, poca o nula vegetación y limitada ocupación humana.

Tradicionalmente el término desierto alude a un área cuya precipitación media anual es inferior a 250 mm y donde, en la mayoría de los casos, la evaporación excede a la precipitación como resultado de una temperatura media alta. Debido a la falta de humedad en el suelo y en la atmósfera, los rayos del Sol inciden con fuerza. Las temperaturas durante el día pueden alcanzar los 55 °C a la sombra; durante la noche, el suelo del desierto irradia el calor a la atmósfera y las temperaturas pueden descender hasta el punto de congelación.

Las temperaturas del desierto pueden ser muy extremas. En muchos de ellos el aire de la superficie es tan cálido, que pocas nubes llegan a formarse, lo que hace que el calor del sol llegue durante todo el día al suelo en forma muy intensa.

De noche, sin una capa de nubes que atrape ese calor, la temperatura puede caer por debajo del punto de congelación. Este tipo de desiertos los podemos encontrar en los trópicos de Capricornio o de Cáncer o en sus cercanías.

Algunos de los desiertos asociados al trópico de Capricornio son el desiertos de Atacama, sur de Perú y Patagonia, en América del Sur; el de Namibia y Kalahari, en África, y el desierto de la costa oeste y centro de Australia.

Junto al Trópico de Cáncer, en cambio, encontramos los desiertos de Mojave, Sonora y Arizona, en Norteamérica; el desierto del Sahara en África; y en Asia, los desiertos de Arabia, Takla-makán, el de Thar o Sind y el de Gobi.

El desierto polar difiere mucho del anterior, ya que en él el sol calienta poco y las temperaturas son extremadamente bajas, por lo que el agua, que es sumamente abundante, está congelada y no está disponible para ser usada por la flora y la fauna, como es el caso del Polo Norte, donde solo hay agua, a diferencia del polo sur, que está asentado en el continente Antártico.

Esta escasez de agua disponible hace que, para los efectos prácticos, estos biomas se comporten como desiertos tradicionales.

Además de los polos, podemos encontrar este tipo de desierto en los campos de hielo, de los cuales Chile tiene dos: el Campo de Hielo Norte y el Campo de Hielo Sur. También dentro de este tipo de desiertos podemos encontrar, junto a los círculos polares Antártico y Ártico, a las tundras y las taigas, las que se dan en latitudes bajas, donde la disponibilidad de agua también es escasa, ya que gran parte de ella está congelada. En este tipo de ambientes existen enormes bosques de coníferas con muy poca diversidad biológica.

Finalmente el desierto de altura es bastante parecido al polar, ya que el agua también está congelada. Esta situación comienza alrededor de los 2.500 metros sobre el nivel del mar (msnm), pero se va haciendo más drástica en la medida que se asciende, llegando a situaciones en que es imposible la vida, lo que sucede alrededor de los 5.000 msnm. Este tipo de desiertos lo podemos encontrar en todas las grandes cordilleras donde existan nieves eternas y condiciones de permafrost (suelos permanentemente congelados).

El paisaje

La mayoría de las regiones desérticas se formaron por los movimientos de masas de aire alrededor del planeta en conjunción con otros factores geográficos. La rotación de la Tierra alrededor de su eje produce gigantescos movimientos de aire. Las corrientes ascendentes situadas sobre el ecuador fluyen hacia el Norte y hacia el Sur; otras corrientes, enfriadas en latitudes altas o bajas, descienden como áreas de altas presiones a las dos zonas subtropicales.

Al norte y al sur de los trópicos, existen otras dos áreas de aire ascendente y bajas presiones. Todavía más al Norte y más al Sur están las dos regiones polares de aire descendente. Según desciende este aire, se calienta y absorbe humedad, y, consecuentemente, seca la tierra.

En el paisaje del desierto, cuando el agua llega al suelo desprovisto de vegetación lo erosiona con gran facilidad. Los vientos, en cambio, arrastran partículas de arena, las que forman las conocidas dunas o actúan como un abrasivo sobre las piedras, creando figuras de extrañas formas y diversos tamaños.

La forma de las dunas depende en gran medida de la manera en que sopla el viento. Si este sopla solo en una dirección, las dunas son alargadas y se desplazan en el sentido de la dirección del viento. Si el viento sopla en varias direcciones, las dunas suelen tener formas caprichosas, con estrellas.

En el desierto de Atacama, propio del norte de Chile, la arena, entendiendo por tal el material particulado de menor tamaño, es escasa, y domina el paisaje material con partículas más gruesas, como gravas y ripios.

La vegetación

Todos los desiertos, excepto los más áridos, albergan seres vivos bien adaptados a la ausencia de agua y a los cambios de temperatura.

Las plantas han desarrollado formas de conservar y usar eficientemente el agua. Algunas plantas con flor viven como mucho unos días. Sus semillas permanecen en el suelo, algunas veces durante años, hasta que las precipitaciones las empapan y las hacen germinar y brotar rápidamente. Las plantas leñosas de los desiertos, o bien tienen largos sistemas de raíces que alcanzan fuentes profundas de agua, o bien han extendido raíces poco profundas que son capaces de captar rápidamente la humedad que el rocío y las lluvias ocasionales dejan en la superficie.

Las plantas del desierto tienen normalmente las hojas pequeñas; esto permite que conserven el agua mediante la reducción del área por la que transpiran. Otras plantas pierden sus hojas periódicamente. El proceso de fotosíntesis, que se realiza principalmente a través de las hojas y mediante el cual la luz del Sol se convierte en energía almacenada, es realizado en el desierto por los tallos. Parte de las plantas del desierto son carnosas y guardan agua en sus hojas, tallos y raíces; las espinas, que son hojas modificadas, sirven para proteger el agua presente en su interior.

Estas plantas pueden tomar y conservar dióxido de carbono sólo por las noches; durante el día sus estomas, o poros, están cerrados para evitar la evaporación. Las plantas desérticas que crecen en suelos salinos pueden concentrar sal en su savia y luego segregarla a través de sus hojas.

Otras plantas, como las leñosas, en cambio, desarrollan otras estrategias: o tienen grandes raíces, capaces de alcanzar fuentes de agua a gran profundidad, o las extienden para captar rápidamente la humedad del rocío o las lluvias ocasionales. Normalmente, las hojas de las plantas del desierto son muy pequeñas, facilitando la conservación del agua, ya que su área de transpiración es más reducida.

Tipos de vegetación

En el desierto existen cuatro principales formas de vegetación:

En primer lugar están las plantas cuyo ciclo de vida depende de las pre cipitaciones ocasionales y crecen solo cuando hay humedad, es decir, cuando llueve. En tal caso sus semillas germinan, brotan, florecen y producen nuevas semillas con gran rapidez.
Por otro lado están los matorrales, que normalmente se presentan con ramas tortuosas desprovistas de hojas, pero cuyas largas raíces penetran en la profundidad del suelo hasta alcanzar la humedad. Estos se desarrollan básicamente en desiertos fríos. Sus hojas se caen al poco tiempo, quedando como vida latente hasta el próximo período de lluvia.

Otro tipo de vegetación desértica son las plantas que acumulan agua en sus tejidos, como son los cactus descritos con anterioridad. Cabe señalar que todos los cactus son originarios de América, y de ellos en Chile existen alrededor de 180 especies, la mayoría de las cuales se desarrollan en el extremo norte.
Finalmente está la microflora, donde destacan los líquenes, que sobreviven incluso en las peores condiciones de humedad, gracias a la simbiosis de las algas y los hongos que los conforman

La fauna

Los animales también tienen diversas estrategias para sobrevivir a las duras condiciones del desierto. Algunos ponen huevos muy resistentes a las condiciones de sequedad, los que suelen sobrevivir durante años hasta que se den nuevamente las condiciones de humedad que permitan su desarrollo. Cuando llueve, se crean lagunas temporales donde se desarrollan crustáceos o camarones de agua salada, los que crecen rápidamente gracias a la cantidad de materia orgánica acumulada en esas depresiones durante mucho tiempo.

Estos camarones se desarrollan y ponen huevos antes de que las lagunas desaparezcan por el calor y queden totalmente secas, lo que garantiza un nuevo ciclo al caer la siguiente lluvia.

Los pocos anfibios que existen en los desiertos son animales capaces de permanecer largo tiempo en letargo (somnolencia) durante los períodos secos; así, al igual que las plantas e insectos, esperan que llegue alguna lluvia para aparearse y poner huevos. Tal es el caso de la ciclorana, de Australia, que puede permanecer en letargo, enterrada en el suelo, por varios años.

Muchos animales del desierto, como aves y roedores, mantienen reducidas poblaciones y solo se reproducen después de las precipitaciones de invierno, cuando el crecimiento de la vegetación asegura el sustento.

La mayoría de los animales que habitan en el desierto no beben casi nada de agua, obteniéndola del propio metabolismo de los alimentos, como es el caso de los almidones, que al metabolizarse, producen dióxido de carbono y agua, los que les permite vivir sin beber por largos períodos de sequía.

La mayoría de los animales que viven en el desierto aprovechan de salir cuando las condiciones son favorables, sobre todo en el amanecer y el crepúsculo, evitando los grandes calores diurnos y los extremos fríos de la noche, cuando permanecen en sus madrigueras.