Las grandes praderas

Pradera, ecosistema en el que las gramíneas, juncias y otras plantas de pastizal constituyen la vegetación dominante. Aunque en las praderas de las regiones templadas puedan existir más de 50 especies de plantas vasculares y en las praderas tropicales más de 200, en general, dos o tres especies de gramíneas son las que dominan más del 60% de la biomasa del terreno.

Las praderas se caracterizan por la presencia de vegetación herbácea. Se desarrollan en zonas con precipitaciones entre los 250 y 600 mm al año; es decir, con un régimen de precipitaciones promedio entre el de los desiertos y el de los bosques. Sin embargo, estos valores pueden variar, dependiendo de la humedad que mantenga el suelo.

Las praderas pueden clasificarse en naturales, seminaturales y cultivada. Las primeras ocupan grandes áreas de masas continentales, como, por ejemplo, las praderas y llanuras de América del Norte, las pampas, estepas y páramos de Sudamérica, las grandes extensiones de sabanas de África y las estepas euroasiáticas.

Las praderas seminaturales son aquellas en donde la humedad se mantiene para permitir la subsistencia del bosque. Son el resultado de la deforestación y podrían volver a albergar árboles, si no fuera por los incendios de los que son objeto.

Finalmente, las praderas cultivadas son aquellas que el hombre ha desarrollado mediante la plantación de diversas especies seleccionadas por su palatabilidad y cualidades alimenticias. En general, en las praderas cultivadas se utilizan dos o más especies de gramíneas asociadas a algún tipo de leguminosa que mejora el aporte de nitrógeno.

La vegetación en las praderas

La forma de vegetación dominante son diversas gramíneas que van desde pequeñas hierbas hasta especies de mayor tamaño, las que alcanzan a veces los 2,50 m de altura. Las especies que componen las praderas varían según las condiciones fisicoquímicas, climáticas y de ubicación de éstas.

Podemos encontrar, además, algunos matorrales y árboles, sobre todo formando cinturones a lo largo de los cursos de agua. En las zonas más húmedas abundan básicamente las hierbas altas. Cuando las lluvias disminuyen, las hierbas tienden a ser más bajas y más duras, y la pradera termina convirtiéndose en estepa o en un semidesierto.

Los suelos de las praderas son muy fértiles. La escasez de lluvias evita la disolución de los nutrientes de los suelos y la ausencia de la masa arbórea permite que la hierba produzca un mantillo de especial riqueza orgánica. En consecuencia, las praderas silvestres de las regiones templadas del hemisferio norte se dedicaron a cultivos como el maíz y el trigo. Los herbívoros autóctonos fueron sustituidos por ganado bovino y ovino y los grandes depredadores están extinguidos en la actualidad.

Fauna

Este tipo de paisaje alberga a numerosas especies de animales, donde destacan los herbívoros y las pirámides alimentarias que ellos mismos mantienen, como son el bisonte y numerosos roedores en América del Norte.

En las praderas de América del Sur hallamos una gran variedad de animales, dependiendo en gran medida de la ubicación de dichas praderas. Así, en los coironales altiplánicos encontramos especies como las vicuñas, los suris, las quiulas y las vizcachas, además de numerosos roedores y otras avecillas. En los mejores lugares, como es el caso de los bofedales, encontramos además las llamas y las alpacas que pastorean los aimaras.

Por otra parte, en los pastizales y estepas de Magallanes destacan los guanacos, además de zorros, como los chillas y los culpeos, y numerosas especies de aves, tales como piuquenes y caiquenes, que comparten su hábitat con liebres y conejos introducidos y asilvestrados, y con los corderos, el principal ganado de la zona. En las pampas de Argentina y Paraguay encontramos numerosos animales pequeños, como vizcachas, maras y cuyes, comadrejas, lagartijas y zorros.

Numerosas especies de las praderas tienen problemas de conservación, como el puma, que vive en toda América, desde Canadá al estrecho de Magallanes; el venado de las pampas, en América del Norte; o el bisonte, que antiguamente vivía en enormes rebaños y ahora solo sobrevive parques y reservas nacionales de Norteamérica.

En las grandes praderas africanas, denominadas sabanas, habitan especies muy llamativas, como son antílopes, impalas, jirafas, cebras, elefantes, ñus, búfalos y sus depredadores, como son los leones, leopardo y guepardos, entre otros. La fauna de la pradera tiene un rol muy importante en la preservación del equilibrio natural, esencial para la cadena alimenticia.

Muchos animales excavadores modifican el contenido mineral y la textura del suelo al removerlo, mejorando el crecimiento de las especies vegetales. Bajo tierra actúan además las lombrices y otros invertebrados que mejoran la estructura y la oxigenación del suelo, y millones de bacterias y hongos que descomponen los residuos orgánicos, devolviéndole al suelo sus nutrientes básicos.

Los suelos de las praderas son bastante fértiles, ya que la escasez de lluvia evita la disolución de los nutrientes de los suelos.

Acción del hombre

En este bioma terrestre podemos ver cómo el hombre lo ha ido modificando a su manera, para tener una vida mejor. Muchos incendios se dan en estas regiones, en especial para que salga pasto nuevo. Aunque se arrase con los arbustos, no sucede lo mismo con los tallos subterráneos, ya que después vuelven a brotar. Incluso se verán fertilizadas con la carbonización de la materia orgánica por la acción del fuego.

El crecimiento de las grandes ciudades acarrea enormes inconvenientes para el medio ambiente, deteriorando constantemente la calidad de vida de sus habitantes. La sobrepoblación, la deficiente eliminación de desechos y la polución -industrial y por vehículos- convierten a las grandes ciudades en los principales centros de contaminación del planeta.