Nuevo mundo, nueva literatura

El modernismo, corriente que caracteriza al arte de fines del siglo pasado y comienzos del presente, es el primer movimiento literario auténticamente americano. Hasta ese momento las tendencias habían provenido de Europa y aquí, en el Nuevo Mundo, se habían adaptado.

Se reconocen antecedentes y concordancias en otras figuras del mismo periodo, como los cubanos José Martí y Julián del Casal, el colombiano José Asunción Silva, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el español Salvador Rueda. El modernismo coincide con un rápido y pujante desarrollo de ciertas ciudades hispanoamericanas, que se tornan cosmopolitas y generan un comercio intenso con Europa, se comparan con las urbes estadounidenses y producen un movimiento de ideas favorables a la modernización de las viejas estructuras heredadas de la colonia y las guerras civiles.

A la vez, estos años son los de la confrontación entre España y Estados Unidos por la hegemonía en el Caribe, que terminó con el desastre colonial de 1898, hecho que dará nombre a la generación del 98, que tuvo importantes relaciones con el modernismo.

En España, influyó sobre prestigiados escritores del momento: los hermanos Antonio y Manuel Machado; Ramón del Valle Inclán y Juan Ramón Jiménez, entre otros. Es este último al que se considera como el máximo exponente español del modernismo. La libertad de su métrica, la utilización de simbolismo y el desprecio por la lógica que impone el realismo, se advierte en todas y cada una de sus creaciones.

No quise más la estrella,
y le bajé los ojos;
pero la estrella se me vino en ellos;
como -creía yo- una flor de nieve

Pero la flor de nieve era de nardo
-de lágrima-, de armiño; y se deshizo,
y me caía, chorreando, dentro.

Rebosaba, y me eché a llorar;
y lloré armiño y nardo al mundo negro
y una gloria de estrellas desheladas

(Extraído del libro «300 poemas» de Juan Ramón Jiménez)

Seguidores de Darío

Entre los principales integrantes del movimiento modernismo americano, hay que mencionar al argentino Leopoldo Lugones, al peruano José Santos Chocano, al guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, al mexicano Amado Nervo, al uruguayo José Enrique Rodó y el colombiano José Asunción Silva.

Rubén Darío visitó Chile en 1887 cuando recién cumplía los 20 años, pero ya gozaba de prestigio como buen poeta. El año anterior de su viaje a Chile había publicado Espístolas y poemas, con gran difusión y buena crítica. Fue aquí en nuestro país donde publicó su libro Azul -textos poéticos en prosa y verso- considerado como el ABC del modernismo. Quizás por la cercanía de su mágica personalidad o por lo vigoroso de las formas utilizadas, Darío sembró en Chile una semilla que creció firmemente y se multiplicó.

Rubén Darío es un hito en las letras hispánicas. Con él surgió el modernismo y favoreció el encuentro entre las letras de España y Latinoamérica. En un momento en el que en España la poesía decaía y se repetía a sí misma sobre calcos vacíos, aportó una savia que, junto con Bécquer, inició el camino para la recuperación, cuyos frutos más brillantes fueron Juan Ramón Jiménez, las vanguardias y, más tarde, la llamada generación del 27. En Latinoamérica su influencia no fue menor. Aunque la crítica hispánica siempre tuvo en un alto concepto a Darío, desde el centenario de su nacimiento en 1967 su obra se revalorizó notablemente.

El modernismo pregona:

  • Libertad absoluta de creación, desechando las reglas impuestas hasta ese momento por las academias de arte.
  • Aceptación de algún grado de irracionalidad, en oposición al desarrollo estrictamente lógico.
  • Admiración de la naturaleza por sobre el asombro frente a la tecnología.
  • Valoración de la estética, en abierta contraposición al desprecio que el naturalismo había mostrado por lo bello.
  • Utilización de palabras exóticas e invención de términos, que dan notoriedad, ritmo y musicalidad al texto.