La conquista de México

La conquista española fue posible sobre todo por la rivalidad de los pueblos mesoamericanos, la lucha por el poder que libraba la clase dominante mexica y la superioridad técnica de los conquistadores. Hernán Cortés aprovechó el descontento de los pueblos sometidos por los mexicas, integró una coalición militar con varios de ellos y formó un numeroso ejército. Al frente de la coalición, Cortés se enfrentó a los mexicas  y los venció para consumar la conquista.

Las Antillas fueron los primeros territorios de América conquistados y colonizados por los españoles, pero los recursos de dichas islas resultaron insuficientes para sus ambiciones, por lo que pronto se lanzaron a conquistar otros lugares del continente.

A principios del siglo XVI, Diego Velázquez era gobernador de Cuba, desde allí organizó expediciones al territorio mexicano, Francisco Hernández de Códoba realizó la primera en 1517, recorrió las costas de la península de Yucatán y descubrió varias poblaciones; entabló batallas contra grupos indígenas organizados, pero fue derrotado.

La segunda expedición tuvo lugar en 1518 y fue dirigida por Juan de Grijalva, quien exploró toda la costa del golfo de México, desde Yucatán hasta el norte de Veracruz. Grijalva entró en contacto con algunos grupos indígenas, por medio de ellos se enteró de la existencia de un lugar muy rico llamado Culhúa o México.

Interado en las grandes riquezas descritas por los expedicionarios de Grijalva, Diego Velázquez encargó a Hernán Cortés dirigir la tercera expedición. Ésta salió de Cuba en Febrero de 1519 y se dirigió a la isla de Cozumel. Prosiguió el viaje bordeando la península de Yucatán hasta llegar al actual estado de Tabasco, donde las fuerzas españolas se enfrentaron a los indígenas.

Cortés derrotó a los nativos y recibió de ellos muchos presentes como muestra de sumisión. Los indígenas para evitar males mayores, regalaron a los españoles 20 mujeres, entre las cuales se encontraba Malintzin, después bautizada como Marina y conocida como la Malinche, quien llegó a ser intérprete, informante y consejera de Hernán Cortés.

Cortés prosguió su avance y fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Consiguió que el ayuntamiento constituido por sus hombres, lo nombrara capitán general y justicia mayor; de esa manera se independizó de Diego Velázquez, quien esperaba que regresara a Cuba para informarle sobre los resultados de la expedición.

De esa forma, sólo debería obediencia al Rey de España y no estaría sometido a la autoridad del gobernador Velázquez.

En su marcha hacia Tenochtitlan, Cortés siguió una táctica astuta: atemorizaba a los indígenas con su fuerza militar y su crueldad, y al mismo tiempo los invitaba a que fuesen sus aliados. Así fue como los tlaxcaltecas, enemigos irreconciliables de los mexicas, decidieron apoyar a Cortés, cuando al principio habían luchado en su contra.

Al llegar al Valle de México, los españoles fueron bien recibidos por el tlatoani Moctezuma, quien los alojó en el palacio de Axayácatl, cercano al recinto sagrado. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero ahora estaba dominado por la indecisión y el temor. Hombre supersticioso, pensaba que tal vez los extraños visitantes eran dioses, como lo anunciaba una antigua profecía. Decidió obedecer a Cortés y entregarle valiosos tributos, con la esperanza de que los españoles regresaran por donde habían venido.

La presencia de los extranjeros ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del tlatoani, que nadie se atrevía a contradecirlo. Esa calma terminó de manera violenta.

Cortés salió de Tenochtitlan obligado a marchar con parte de su ejército hacia la costa del Golfo, para combatir a las tropas que el gobernador de Cuba había enviado para arrestarlo. Cortés dejó una guarnición en Tenochtitlan al mando de Pedro de Alvarado, gente de toda su confianza.

Alvarado era un soldado impulsivo y cruel. Temía un ataque de los aztecas y aprovechó que en una gran ceremonia religiosa estaba reunida la nobleza azteca, sus jefes militares y sus sacerdotes. Estaban desarmados y danzaban cuando Alvarado lanzó contra ellos a sus tropas y a las de sus aliados. La matanza fue terrible. Cientos de mexicas murieron ese día. Eran los dirigentes que se habían educado en el calmécac, los veteranos de guerra, los intérpretes de códices.

La matanza provocó una enorme indignación. Los aztecas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl, donde los españoles se atrincheraron, llevando con ellos a Moctezuma y a otros jefes aztecas. El palacio quedó cercado, casi sin agua, ni alimentos.