Nacionalismos y dictaduras

El resultado de la I Guerra Mundial fue decepcionante para tres de las grandes potencias implicadas. Alemania, la gran derrotada, albergaba un profundo resentimiento por la pérdida de grandes áreas geográficas y por las indemnizaciones que debía pagar en función de las reparaciones de guerra impuestas en 1919 por el Tratado de Versalles. Italia, una de las vencedoras, no recibió suficientes concesiones territoriales para compensar el coste de la guerra ni para ver cumplidas sus ambiciones. Japón, que se encontraba también en el bando aliado vencedor, vio frustrado su deseo de obtener mayores posesiones en Asia oriental.

La exaltación del patriotismo que surgió y se extendió por la mayoría de las naciones europeas después del Tratado de Versalles, fue el caldo de cultivo para que se aparecieran nuevos líderes y algunas corrientes políticas de carácter nacionalista.

Contribuyó en gran medida a delinear este esquema el antagonismo que se produjo entre las tendencias socialistas y nacionalistas. De estos troncos crecieron el fascismo italiano y el nazismo alemán. El primero propiciaba el régimen autoritario y el segundo el estado totalitario. En cuanto al comunismo, una vez que se hubo estabilizado en el poder ruso, empezó su avance ideológico en el mundo, aglutinando a grandes masas que hasta entonces eran controladas por los socialistas.

El Fascismo

Después de lograrse la paz, Italia se sintió completamente defraudada por sus aliados al no otorgársele todas las reivindicaciones que pedía, creándose una situación de descontento en todo el territorio.

Los trabajadores tampoco consiguieron las reformas sociales que se les ofreció a cambio de los sacrificios en las trincheras; la clase media se empobreció, en tanto que frente a ellla surgió, con gran fuerza y poder, la clase de los nuevos ricos, enriquecidos en las industrias de guerra; los soldados sólo veían ante sí la cesantía y la miseria.

Por toda Italia se sentía este ambiente de pesimismo. A los problemas ya existentes se agregaron los desmanes cada vez más frecuentes y peligrosos. Se organizaron milicias armadas, entre ellos los fascios di combattimento, cuyo jefe y creador fue Benito Mussolini, antiguo militante socialista, maestro de escuela y periodista.

Fue Mussolini quien fundó el Partido Nacional Fascista, en el que ingresaron muchos jóvenes y ex combatientes irritados por la deslealtad de los antiguos aliados y por el avance sostenido de los comunistas, que prácticamente dominaban la península. En pocos años, Mussolini llegaría a ser el hombre fuerte de Italia con el nombre de Duce.

El Nacismo

En Alemania, aplastada por la guerra y por su precaria situación económica y anarquizada por la rivalidad entre las fuerzas de derecha e izquierda, surgió un nuevo grupo que estaba llamado a cambiar profundamente el curso de los acontecimientos del futuro: el movimiento nacional-socialista. Su jefe fue el austríaco Adolfo Hitler, quien había participado en la guerra.

Este nuevo líder político se propuso levantar el espíritu alemán. A su entender, las causas de la ruina económica y moral había que buscarlas en el socialismo-marxista, con su espíritu materialista; el parlamentarismo, con su irresponsabilidad, y el capitalismo financiero dominado por los judíos.

El movimiento de Hitler atrajo gran cantidad de jóvenes, obreros y clase media. Se organizaron tropas de asalto y se adoptó la cruz svástica o gamada como insignia. La popularidad de Hitler creció tan rápidamente que ya en 1932 postuló a la Presidencia de la república contra el mariscal Hindenburg, candidato a la reelección por los socialisas y los partidos de centro.

No logró su propósito, pero a principio de 1933 fue nombrado Canciller del Reich. A la muerte de Hindenburg, en 1934, Hitler pasó a ser jefe del estado (Reichsfuhrer), suprimiendo el cargo de Presidente de la República. Propició el rearme de Alemania y desarrolló una política belicosa con el propósito de ejercer el predominio sobre Europa. De esta posición rígida surgiría la segunda guerra mundial.

Otras dictaduras

En varias otras naciones de Europa surgieron en esa misma época dictaduras de distinto cariz, algunas de ellas sangrientas. En Hungría asumió dictatorialmente el comunista judío Bela Kun, quien fue destiuido por tropas rumanas. A el siguió una dictadura de la nobleza pobre, encabezada por el almirante Nicolás Horthy, que gobernó con el título de regente. En la naciente nación de Yugoslavia ejerció la dictadura Alejandro Karageorgevich, quien fue asesinado años más tarde por un terrorista croata. La dictadura polaca la ejerció el mariscal Pilsudski, antiguo socialista y héroe de la lucha por la independencia. En Turquía, en 1919, surgió como líder el joven general Mustafá Kemal. En España, después de un golpe de estado, asumió el gobierno el general Primo de Rivera, apoyado por el rey Alfonso XIII.