El Tercer Reich y la política exterior

El 5 de marzo se efectuaron las elecciones y Hitler obtuvo el 43,9 por ciento de los votos. Los diputados que habían obtenido los comunistas fueron apresados a medida que se presentaban en el Parlamento. En mayo, el líder nazi mandó a sus tropas a incautarse de los bienes de todas las organizaciones obreras. El 14 de julio del mismo año, el Partido Nacional Socialista fue declarado el único legal en Alemania.

En 1934 murió Paul von Hindenburg y Hitler tomó el doble cargo: Jefe de Estado y Jefe de Gobierno.

Miles de ciudadanos contrarios al partido nazi fueron enviados a campos de concentración y se eliminó cualquier asomo de oposición. Su mayoría parlamentaria le permitió aprobar una ley que transfería al partido nazi el control de la burocracia y del sistema judicial, reemplazaba los sindicatos por un Frente del Trabajo alemán dirigido también por los nazis y prohibía todos los partidos políticos excepto el Nacional socialista. Las autoridades nazis tomaron el control de la economía, los medios de comunicación y todas las actividades culturales haciendo depender los puestos de trabajo de la lealtad a su ideología.

Política exterior

Mientras tanto, la política internacional del Führer se concretaba en un pacto anticomunista con Japón, sellado en noviembre de 1936. Ese mismo año la Italia de Mussolini había ocupado militarmente Addis Abeba, capital de Abisinia, nación africana que hoy lleva el nombre de Etiopía. La acción fue condenada por Francia e Inglaterra, así es que Italia se acercó más a Alemania.

Esta amistad quedó aún más de manifiesto cuando ambos países prestaron decidido apoyo al levantamiento de Francisco Franco contra el gobierno republicano de España, en 1936. Alemania e Italia entregaron material de guerra a Franco y también enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español. Las otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento directo y se abstuvieron de intervenir en la lucha. Sólo Checoslovaquia y la Unión Soviética (ambos países desaparecidos actualmente) se sustrajeron en parte a esa política de no intervención.

A pesar de lo anterior, se dice que la Guerra Civil Española fue una especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las armas que luego habrían de usarse en la Segunda Guerra Mundial. En 1937, Italia adhirió al pacto contra la propagación de los comunistas que ya habían firmado Alemania y Japón. Los bloques ya se perfilaban con nitidez.

Hitler siguió adelante y en 1938 Alemania anexó Austria a su territorio. En marzo de 1939 ocupó sin resistencia Bohemia y Moravia. Dos meses más tarde firmó el «Pacto de Acero» con Mussolini, por el cual Alemania e Italia se comprometieron a prestarse ayuda militar en caso de guerra.

El Eje Berlín Roma quedó así sellado definitivamente. En agosto del mismo año, Hitler logró que la Unión Soviética firmase un pacto de no agresión con Alemania. Ello permitiría al Führer atacar Polonia, sin temor a una intervención soviética en el frente oriental. De esta forma, Adolfo Hitler tuvo el camino despejado. El estallido de la guerra era sólo cuestión de tiempo.