Química

La ciencia química es el estudio de la composición, estructura y propiedades de las sustancias materiales, de sus interacciones y de los efectos producidos sobre ellas al añadir o extraer energía en cualquiera de sus formas. Desde los primeros tiempos, los seres humanos han observado la transformación de las sustancias —la carne cocinándose, la madera quemándose, el hielo derritiéndose— y han especulado sobre sus causas.

Los primeros procesos químicos conocidos fueron realizados por los artesanos de Mesopotamia, Egipto y China. Al principio, los forjadores de esas tierras trabajaban con metales nativos como el oro y el cobre, que a veces se encontraban en la naturaleza en estado puro, pero rápidamente aprendieron a fundir menas (principalmente los óxidos metálicos y los sulfuros) calentándolas con madera o carbón de leña para obtener los metales. El uso progresivo del cobre, bronce y hierro dio origen a los nombres que los arqueólogos han aplicado a las distintas eras. En esas culturas se inició también una tecnología química primitiva, conforme los tintoreros descubrían métodos para fijar los tintes en los distintos tipos de tejidos y los alfareros aprendían a preparar barnices y más tarde a fabricar vidrio.

La mayoría de esos artesanos trabajaban en los monasterios y palacios haciendo artículos de lujo. En los monasterios especialmente, los monjes tenían tiempo para especular sobre el origen de los cambios que veían en el mundo que los rodeaba. Sus teorías se basaban frecuentemente en la magia, pero también elaboraron ideas astronómicas, matemáticas y cosmológicas, que utilizaban en sus intentos de explicar algunos de los cambios que hoy se consideran químicos.

La palabra ciencia proviene del latín scientia, que significa saber. Sin embargo, como no todo el conocimiento cabe dentro de la categoría de ciencia. Es conveniente que sepas que para que una disciplina pueda ser catalogada como tal, debe reunir ciertas características, entre las que se encuentran el ser sistemática, metódica, comprobable, especializada, abierta y producto de una investigación científica.

Aunque todavía no existe una ordenación definitiva de las ciencias, se tiende a diferenciar varias áreas de conocimiento, en cada una de las cuales se engloban distintas disciplinas. Así, el conjunto de las ciencias exactas agrupa a las matemáticas, la física y la química. Las ciencias biológicas se ocupan del conocimiento de los seres vivos, y comprenden disciplinas como la zoología, la botánica, la genética y la ecología. Las ciencias geológicas y geográficas son las destinadas al estudio de los fenómenos relacionados con el planeta Tierra, y las astronómicas al estudio del cosmos. Finalmente, se encuentran las ciencias médicas, también con áreas muy diferenciadas, y las ciencias sociales, con disciplinas como la economía, la sociología y la demografía.

Ahora, cabe preguntarse: ¿de qué manera los científicos e investigadores llegan a nuevos conocimientos? Respuestas puede haber muchas, pero solo una se repite siempre: mediante la observación. Efectivamente, porque todo el conocimiento, los grandes inventos y las sorprendentes teorías que hasta el día de hoy sirven de base para la creación de nueva tecnología, han tenido su origen en experiencias o fenómenos que hombres con mentalidad científica han enfrentado, incluso en situaciones muy cotidianas, y que han sabido reconocer como hechos significativos. Para que entiendas mejor, aquí tienes un ejemplo: el famoso sabio griego Arquímedes descubrió casi por casualidad el principio que lleva su nombre, que enuncia una ley de la hidrostática (que establece que todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta una pérdida de peso igual al peso del volumen del líquido que desaloja ) mientras se bañaba, al observar cómo el agua se desplazaba y se desbordaba.