Pintura renacentista
El término renacimiento describe la revolución cultural de los siglos XV y XVI originada en Italia por el despertar del interés hacia la cultura clásica y por una fuerte confianza en el individualismo.
Se seguía rindiendo culto a los logros de la antigüedad, pero al mismo tiempo se producía una reactivación intelectual y cultural.
Por ejemplo, hacia 1427, Masaccio —uno de los grandes innovadores del periodo— realizó, en la capilla Brancacci de la iglesia de Santa Maria del Carmine, en Florencia, una notable serie de frescos que revelan su atenta observación del comportamiento humano, al tiempo que demuestran su conocimiento del arte antiguo.
En La expulsión del Paraíso, su Adán y Eva están realmente avergonzados; la postura de Eva, intentando cubrirse el cuerpo con los brazos, está basada en una actitud característica de la escultura clásica, conocida como la Venus Púdica.
El desarrollo de los principios de la perspectiva lineal, llevado a cabo por varios arquitectos y escultores a principios del siglo XV, permitió a los pintores conseguir, por medio de la representación bidimensional, la ilusión del espacio tridimensional. Muchos de los artistas del primer renacimiento —como Paolo Uccello, Piero della Francesca y Andrea Mantegna — se valieron del empleo dramático de la perspectiva y del escorzo en su dibujo para producir la ilusión de la prolongación de un objeto o figura en el espacio. La exploración de la anatomía condujo a un mayor entendimiento de la representación de la forma humana.
También se empezaba a utilizar la pintura al óleo, desafiando a la antigua supremacía del temple y del fresco. Los pintores que explotaban el potencial de la nueva técnica trabajaban superponiendo estratos de veladuras de óleo transparentes y los lienzos sustituyeron a las antiguas tablas.
Las iglesias y edificios seglares de Italia y los museos de todo el mundo ofrecen una gran cantidad de la pintura renacentista italiana.
Con Giotto di Bondone y Simone Martini se rompió un ciclo, dejando atrás la Edad Media y dando paso al arte puramente renacentista, con gran observación de la naturaleza, estudio anatómico y aplicación del color local.
Giotto (1266-1337) logra distribuir en grandes planos los fondos y el estudio de los caracteres.
Uno de los cuadros más recordados de este autor es San Francisco predicando a los pájaros, fresco que ilustra un pasaje de la vida de San Francisco en Asís, donde demuestra el gran dominio de los equilibrios proporcionales, dándole un peso muy natural a las figuras envueltas en gruesas vestimentas.