Antonio López de Santa Anna
(1794-1876) Nació en Jalapa, Veracruz. Muy joven ingresa a la carrera de las armas, donde se distingue por su valor y espíritu militar. Por varios años prestó su servicio en el estado de Veracruz, principalmente. En marzo de 1821, en Orizaba, se une a José Joaquín de Herrera y se adhiere al Plan de Iguala.
Santa Anna simpatiza con Iturbide y se inicia en la carrera política, pero cuando este se nombra emperador se distancia de él. En diciembre de 1822, se levanta contra Iturbide, junto con Guadalupe Victoria firman el Plan de Casa Mata (1º febrero de 1823), para derrocar al emperador.
En 1826 Santa Anna se pone a las órdenes de Vicente Guerrero al que defiende en las elecciones de 1828, ganadas por Manuel Gómez Pedraza. En el nombre del ejército y del pueblo, declara nula la elección y el General Guerrero toma posición de la Presidencia el 1º de abril de 1829. Una constante en todas las intervenciones de Antonio López es que, después de participar en una acción, se retira a su famosa hacienda de Manga de Clavo .
Por primera vez es declarado Presidente de la República en marzo de 1833, pero él argumenta que está enfermo y deja el poder en manos de Valentín Gómez Farías, el vicepresidente. De 1833 a 1855, Antonio López de Santa Anna participó constantemente en la política. Intervino en muchos golpes militares, luchas internas y tropiezos económicos que vivió México. Lo mismo los liberales que los conservadores, muchas veces lo buscaron para que se hiciera cargo de la presidencia del país. Durante estos años, México perdió gran parte de su territorio y padeció la intervención norteamericana y francesa.
La última ocasión en que sucedió esto fue en 1853. Con el propósito de acabar con el desorden, los conservadores formaron un gobierno centralista, y para encabezarlo trajeron del destierro a Santa Anna.
El gobierno de éste se convirtió en una dictadura; el presidente suprimió los derechos y las libertades individuales, e impuso su voluntad personal. Vendió a los Estados Unidos el territorio de La Mesilla, cobró impuestos sobre coches, ventanas y perros y, finalmente, hizo que lo llamaran Alteza Serenísima.
En 1854 un antiguo insurgente, Juan Alvarez, se levantó contra Santa Anna y proclamó el Plan de Ayutla. Este exigía que Santa Anna dejara el poder y que se convocara un nuevo Congreso para que elaborara una constitución. La Revolución de Ayutla, como se llamó a este movimiento, se extendió rápidamente. El dictador salió de México y desapareció del escenario político. Regresaría después de la muerte de Benito Juárez (1872), para morir en su país, en 1876.