Francisco I. Madero

(1873 – 1913) Nació en la Hacienda el Rosario, en Parras, Coahuila, en 1873. Perteneció a una acaudalada familia de agricultores. Hizo estudios de comercio en Francia y Estados Unidos.

Desde 1904 intervino en asuntos políticos de Coahuila. Se le nombró presidente del Partido Democrático Independiente, que se oponía a la reelección del gobernador, Miguel Cárdenas. Colaboró en el órgano de ese partido: El Demócrata, en el que escribió artículos políticosdifundiendo sus ideas sobre los derechos humanosel voto y la libertad.

En 1908 publico La Sucesión Presidencial de 1910, libro en el que ponía restaurar la democracia al amparo de la Constitución de 1857. En su obra defendió la libertad política y manifestó la necesidad de formar un gran partido político que participara en las elecciones presidenciales de 1910. Definió a la Constitución del 1857 como el triunfo de las ideas liberales: Los dos grandes partidos que se formaron, una vez obtenida nuestra independencia –el liberal y el conservador -, representaban en aquella época las aspiraciones y los intereses de dos grandes grupos mexicanos. «El primero, de ideas avanzadas, quería implantar en nuestro país los principios más modernos, y el segundo deseaba conservar hasta donde fuera posible, las tradiciones antiguas. Este partido, integrado principalmente por la gente de dinero, siempre conservadora, y por el clero poseedor de inmensas riquezas, buscaba a la sombra de un gobierno de su hechura, la protección a sus cuantiosos intereses (…) en el Cerro de as Campanas quedó sepultado para siempre el antiguo partido Conservador».

Con su iniciativa se creó el Partido Nacional Antireeleccionista (1909), del cual fue candidato a la presidencia de la República. A partir de ese momento, inició una intensa campaña política por todo el país para difundir los principios democráticos.

Este partido, dirigido por Emilio Vázquez Gómez, realizó una convención el 15 de abril de 1910, en el cual se proclamaron los principios básicos que sustentaban a la organización:

– No reelección.
– Estricto cumplimiento de la Constitución de 1857.
– Libertad de los municipios.
– Respeto a las garantías individuales.

El 6 de junio siguiente, Madero fue encarcelado bajo la acusación de «conato de rebelión y ultraje a las autoridades». Fue trasladado a San Luis Potosí, donde esperó la realización de los comicios, que lo favorecieron mayoritariamente, y donde recibió la noticia del fraude cometido por Díaz, quien se declaró nuevamente reelecto.

El 6 de octubre, Madero huyó, refugiándose en San Antonio, Texas. A fines de ese mes, lanzó el Plan de San Luis, en el que declaraba nula dicha reelección. Madero designó gobernadores provisionales y llamó a la insurrección nacional, que debía iniciarse el 20 de noviembre de 1910 a las seis de la tarde.

Se desencadenaron levantamientos armados en varios estados del país. El llamado de Madero tuvo como primer resultado la toma de ciudad Juárez, que fue un ataque sorpresivo dirigido por Pascual OrozcoFrancisco VillaJosé de la Luz BlancoJosé Garibaldi, en el que se rindió la Plaza de ciudad Juárez, por lo que Madero instaló su gobierno provisional.

En los tratados de ciudad Juárez , firmados el 21 de mayo de 1911, se estableció el desarme de los revolucionarios, las renuncias de Porfirio Díaz y de Francisco I. Madero a la presidencia de hecho y a la presidencia provisional, respectivamente. Asimismo, se acordó que el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barraasumiera la presidencia interina para pacificar al país y convocar a elecciones generales.

Las candidaturas de Madero para la presidencia y de Pino Suárez para la vicepresidencia triunfaron en las elecciones y el 6 de noviembre de 1911, Madero asumió el Poder Ejecutivo. Pero el gobierno maderista sufrió el asedio de la prensa, la oposición legislativa y la permanente conspiración de los profiristas quienes, desde sus posiciones en el gobierno y con el poder económico, fraguaban el golpe de Estado que se inició el 9 de febrero de 1913Victoriano Huerta hizo prisionero a Madero y lo obligó a renunciar el 19 de febrero. Tres días después, Huerta ordenó el asesinato de Madero y Pino Suárez, lo cual dio inicio a la revolución constitucionalista.