Lázaro Cárdenas del Río
(1895-1970) Nació en Jiquilpan, Michoacán, el 21 de mayo de 1895. Huérfano de padre, trabajó en una imprenta y la Oficina de Rentas de su pueblo natal. En 1913 se incorporó a la revolución en Apatzingán con las fuerzas del general Guillermo García. En 1914 alcanzó el grado de capitán y un año después, el de teniente coronel. Se volvió uno de los discípulos más allegados del sonorense Plutarco Elías Calles.
A su lado alcanzó los más altos puestos militares, llegando a general, y combatió en varias batallas. Apoyó el Plan de Agua Prieta, que desconocía al presidente Carranza. Alcanzó la gubertanura para el periodo de 1928 a 1930 en Michoacán, donde puso en marcha la estrategia política y social que realizaría posteriormente en toda la República Mexicana.
En 1934 llegó a la presidencia: «Estoy convencido (…) por mi experiencia como gobernador de Michoacán, que no basta la buena intención del mandatario (…) es indispensable el factor colectivo que representan los trabajadores (…) Al pueblo de México ya no lo sugestionan las frases huecas: libertad de conciencia (…) libertad económica(…)».
Cárdenas se encargó de llevar a la práctica las preocupaciones sociales de la Constitución de 1917 . Esto quedaría claro al ser aplicados por primera vez hasta sus últimas consecuencias los artículos 27 y 127, referidos a la propiedad de la Nación sobre las tierras, minas y recursos naturales, y a lograr mejores condiciones para campesinos y obreros, lo cual se consiguió mediante la expropiación petrolera y la repartición de tierra, así como por medio de mejores legislaciones para que se respetaran los derechos obreros.
Cárdenas logró cambios bruscos y definitivos de los asuntos públicos. Para ello tuvo siempre el apoyo y sostén ideológico del radical Francisco J. Múgica.
Durante su gobierno, Cárdenas tocó aparte otros temas, como el religioso, porque «lo que me preocupa es la cuestión social». Sus dos preocupaciones básicas fueron la integración de los trabajadores y el reparto agrario, que hasta ese momento había sido escaso. En este último problema lo impulsaba el deseo de «remediar en lo posible las desigualdades», y quería libertad total para el campesino, así como darle independencia económica: «Por el hecho de solicitar ejidos, el campesino rompe su liga económica con el patrón, y es estas condiciones, el papel del ejido no es el de producir el complemento económico de un salario (…) sino que el ejido, por su extensión, calidad y sistema de explotación debe bastar para la liberación económica absoluta del trabajador, creando un nuevo sistema económico-agrícola, en un todo diferente al régimen anterior (…) para sustituir al régimen de los asalariados del campo y liquidar el capitalismo agrario de la República».
Cárdenas efectuó una reforma agraria que eliminó el latifundismo, repartiendo cerca de 18 millones de hectáreas. Luego de un largo y sostenido conflicto con las compañías petroleras norteamericanas que explotaban el petróleo mexicano, expropió a estas compañías e hizo que la nación pasara a administrar el petróleo.
Cárdenas llevó a cabo profundas reformas en la educación, dio pruebas de tolerancia y capacidad de pluralidad al aceptar a Trotski como refugiado político y apoyar a la República española, canalizó el descontento campesino y organizó y unificó el movimiento campesino en una central oficial, la CNC.
Dejó la presidencia en 1940. Su sucesor fue Avila Camacho. Ocupó después diversos cargos políticos; uno de ellos, el de Vocal de la Comisión de la Cuenca de Tapalcatepec, destinada a resolver los graves problemas de esa zona. Fue en este tiempo cuando resumió su pensamiento político político-social en diez puntos:
– I.- La miseria, la ignorancia, las enfermedades y los vicios esclavizan a los pueblos.
– II.- A cada quien en relación a su trabajo; a todos según sus necesidades de pan, casa vestido, salud, cultura y dignidades.
– III.- Obtener la máxima eficiencia, con el mínimo de esfuerzo y la más equitativa distribución de la riqueza.
– IV.- Sin gran producción no hay amplio consumo, ni gran industria, ni economía poderosa, ni bienestar colectivo, ni nación soberana.
– V.- Todo Estado moderno exige una técnica dirigida hacia la abundancia de bienes esenciales y de equipos eficientes de cultivo, de transformación, de comunicaciones, de cambio y de cultura.
– VI.- Suprimir lo superfluo para que nadie carezca de lo necesario y se evite que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres.
– VII.- Contra la patria, nadie. Por la patria, todos.
– VIII.- Todos somos servidores de las causas de la libertad, la democracia y el progreso.
– IX.- Las reformas avanzadas son victorias de las fuerzas del bien sobre el mal en sus luchas por la redención de los oprimidos.
– X.- Sólo la justicia social garantiza la paz y la felicidad humana.
Enfermó de cáncer y murió en la ciudad de México el 19 de octubre de 1970.