Civilizaciones americanas
El continente americano era habitado por numerosos pueblos que hablaban idiomas y tenían formas de vida diferentes entre sí. En dos áreas del continente se inventó la agricultura y se desarrollaron civilizaciones parecidas a las que surgieron en el viejo mundo: Mesoamérica, que abarca los territorios actuales del sur de México, Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua, y los Andes, que abarca el norte de Chile y Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y el sur de Colombia.
A partir del año 1000 a.C en estas dos regiones aparecieron las primeras ciudades, con grandes templos y monumentos,, y gobiernos centralizados, además se realizaron importantes obras de riego que permitieron aumentar la producción agrícola.
En Mesoamérica, también se inventaron sistemas de escritura que sirvieron para difundir las hazañas de los gobernantes; en los Andes, en cambio se desarrolló un complejo sistema de contabilidad basado en nudos en cordeles, los llamados quipus, que permitían llevar las cuentas del tributo pagado por los campesinos.
Ambas regiones mantuvieron una gran pluralidad cultural, pues en ellas vivían diferentes pueblos, con sus lenguas y sus diferentes culturas; sin embargo, en ambas también se desarrollaron civilizaciones comunes compartidas por sus habitantes.
En el año 500, las ciudades más importantes de Mesoamérica eran Teotihuacán, Monte Albán, Tikal, Palenque y Copán, entre otras ciudades. Cada una de éstas era independiente y tenia sus propios gobernantes, pero todas comerciaban entre sí y copiaban las ideas, estilos artísticos y modas de los demás. En los Andes, la ciudad más importante era Tiahuanaco, localizada en las orillas del lago Titicaca, y su influencia se extendía a toda la región.
Hacia fines del primer milenio, estas grandes ciudades perdieron su fuerza y fueron abandonadas, y en ambas regiones se inició un periodo de inestabilidad política, caracterizado por guerras, grandes migraciones de pueblos y cambios culturales. Pese a su poder estos imperios no contaban con el apoyo de la mayoría de los pobladores de Mesoamérica y de los Andes, que pertenecían a grupos étnicos diferentes a los Mexicas y a los incas y que resentían no sólo su dominación, sino los tributos que tenían que pagarles.