El feudalismo
En el régimen feudal, la posición social, así como la riqueza y el poder, se determinaban por la cantidad de tierra que se tuviera, es decir, el que fuera dueño de las grandes extensiones de tierra o feudo, tendría la mejor posición social. El que tuviera el feudo más grande sería el más rico y poderoso.
El feudo era la extensión de tierra que el rey o el señor feudal daba a sus vasallos a cambio de su lealtad y apoyo militar, mediante un acto que se llamaba «sólo de la investidura«, con el cual se celebraba el contrato feudal que producía obligaciones y derechos entre ellos. El vasallo tenía la obligación de acompañar a su señor en las guerras, cuando menos 40 días al año, ayudarlo con sus consejos cuando impartía justicia y aportar dinero en casos muy necesarios.
El señor feudal se comprometía a dar protección y justicia a sus vasallos; otorgarles un título de nobleza además de alimentación y hospedaje si fuera necesario, y si éstos morían debía proteger y dar seguridad a su familia.
Cualquier miembro de la nobleza podía tener vasallos. Estos eran llamados «señores» y hacían producir el feudo mediante el trabajo de los villanos y siervos. De esta manera, el feudo se convirtió con el paso del tiempo en la base de la organización económica de Europa. El señor feudal ejercía su autoridad sobre su territorio, cobraba los impuestos, mandaba fabricar sus monedas e impartía justicia. Poseía su propia corte y un ejército.
Los señores feudales estaban sujetos a la autoridad del rey de su país, pero en realidad pocas veces lo obedecían e incluso existieron señores mucho más poderosos que el mismo rey.