La guerra de trincheras
Las operaciones militares comenzaron a desarrollarse en Europa en tres frentes: el occidental o franco-belga, el oriental o ruso y el meridional o serbio. El Imperio otomano intervino en noviembre de 1914 como aliado de los Imperios Centrales, por lo que la lucha se extendió al estrecho de los Dardanelos y a Mesopotamia. A finales de 1915 se habían abierto dos nuevos frentes: el austro-italiano, después de que Italia entrase en la guerra en apoyo del bando aliado (es decir, el bando enfrentado a los denominados Imperios Centrales) en mayo de 1915, y el de la frontera griega situada al norte de Salónica, tras adherirse en octubre de 1915 Bulgaria a la causa de los Imperios Centrales.
La guerra en 1915
Desde 1915, la guerra en el frente occidental cambió de una guerra de movimiento en una de trincheras. Separados a veces por una franja de sólo algunas decenas de metros, conocida como «tierra de nadie», las tropas enemigas permanecieron meses y meses observándose, hostilizándose, avanzando unos pocos kilómetros al costo de miles de muertos y millares de proyectiles gastados, para retroceder luego a los puntos originales.
El 22 de abril los alemanes estrenaron un arma desconocida: los gases asfixiantes. Seis mil cilindros con gas cloro, venenoso, fueron lanzados contra las posiciones francesas. Una nube verdosa, de tres kilómetros de longitud y treinta metros de altura, avanzó empujada por el viento, arrastrándose a ras del suelo e invadiendo las trincheras.
Los hombres empezaron a caer en medio de terribles dolores. Se practicó la autopsia a los cadáveres de las víctimas, para ver los efectos de los gases: «edemas pulmonares que acarrean una muerte atroz» fue el dictamen de los médicos. Tan pronto como pasaron los efectos de la nube, los alemanes se lanzaron al ataque de las posiciones francesas, conquistando algunos pequeños pueblos.
Pero en cuanto el aire estuvo limpio, los franceses contraatacaron y recuperaron lo perdido. Como producto de este tipo de ataques, miles de hombres encontraron la muerte, con los pulmones destrozados; otros quedaron ciegos y con los ojos desorbitados. 1915 será también el año de la aviación, de los zeppelines y el de los primeros pasos de un extraño aparato que luego se popularizaría en los arsenales bélicos: el tanque.
En mayo de ese mismo año, Italia, primitivamente asociada con Alemania y Austria, se unió a la Entente. Pero los imperios centrales consiguieron un nuevo aliado: Bulgaria. Servia, motivo inicial del conflicto, cayó junto a Montenegro en manos de los ejércitos imperiales.
La guerra en 1916
En 1916 tuvieron lugar dos grandes luchas en el frente occidental. Los alemanes intentaron tomar los fuertes franceses de Verdún, pero fueron contenidos antes de lograr sus propósitos.
Los alemanes perseveraron en su esfuerzo y la batalla de Verdún duró de febrero a junio. La ofensiva de la Entente empezó con un ataque franco-británico en la región del Somrne. La primera batalla del Somme se libró desde junio hasta septiembre, pero las fuerzas franco-inglesas avanzaron con demasiada lentitud para alcanzar un resultado decisivo.
En el frente oriental, los rusos derrotaron a los turcos y a los austríacos librando a los italianos de una poderosa ofensiva de estos últimos. Pero antes de finalizar el año, las potencias centrales obtuvieron un gran éxito con la conquista de Rumania, unida a la Entente en agosto.
En el frente marítimo, la escuadra alemana libró su única batalla en Jutlandia (península de Dinamarca), combate de resultados indecisos. Las pérdidas fueron considerables por ambas partes, pero mucho mayores la de los ingleses que las de sus enemigos. La flota alemana-pudo escapar a su total destrucción gracias a la niebla, pero permaneció encajonada hasta el fin de la guerra, sin arriesgarse a ninguna otra acción.
Derrumbe de los imperios
Hasta 1916 la forma en que se agrupaban los dos lados en guerra no permitía deducir ninguna consecuencia ideológica clara. Los estados parlamentarios y democráticos (Gran Bretaña, Francia y Bélgica) estaban aliados al más reaccionario de todos los imperios dinásticos (la Rusia zarista). A su vez, Alemania tenía por aliados a su antiguo enemigo y rival, Austria, Hungría, y a su víctima en potencia, el Imperio Turco.
Pero en 1917 se produjeron dos hechos que permiten hablar con propiedad de un conflicto de ideologías: el retiro de Rusia , de la Entente y el ingreso de los Estados Unidos en apoyo de este grupo. Desde este momento se trató, en lo esencial, de una guerra entre las potencias occidentales marítimas, que también eran potencias coloniales con visión democrática, y las potencias dinásticas centrales hostiles a los ideales democráticos.
Colapso ruso
En 1917, Francia e Inglaterra habían planeado un ataque simultáneo en el Este y el Oeste. Pero la situación cambió totalmente de aspecto por el estallido de la revolución rusa, que culminó con el ascenso al poder del grupo de bolcheviques encabezado por Lenín. Este firmó con Alemania el tratado de paz de Brest-Litovsk, separándose de la Entente y dedicando sus esfuerzos a solucionar los problemas del frente doméstico.
La defección de Rusia alteró el aspecto general de la guerra en Europa. Alemania pudo retirar fuerzas del frente Este y trasladarlas al frente Oeste para reforzar su línea de defensa.
Durante el resto del año se sucedieron una serie de acciones que no variaron la situación de los contendientes. La acción más afortunada, librada por la Entente en el Oeste, fue un ataque por sorpresa contra las posiciones alemanas cerca de Cambrai ( Francia). En este ataque, los ingleses emplearon por primera vez los tanques.
Los turcos, entretanto, comenzaban a desmoronarse aceleradamente por el levantamiento de los pueblos árabes, acaudillados por el aventurero y erudito oficial inglés Thomas Edwards Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia.
EE.UU. ingresa a la guerra
Estados Unidos se había declarado neutral frente al conflicto europeo. Estuvo a punto de abandonar esta posición en 1915, cuando un submarino alemán echó a pique el transatlántico inglés Lusitania, donde perecieron cerca de 1.200 personas, muchas de ellas ciudadanos norteamericanos. Todo EE.UU. pidió la guerra contra Alemania, pero el Presidente Woodrow Wilson se limitó a protestar. El gobierno alemán prometió no hundir más barcos mercantes sin previo aviso. Esta promesa no fue cumplida y, en 1917 fue retirada. En abril de ese año, EE.UU. declaró la guerra a Alemania.
La guerra en 1918
La ayuda norteamericana entró en juego cuando más se la necesitaba. Los alemanes, desentendiéndose del frente ruso, volcaron la mayor parte de sus tropas al frente occidental, tratando de obtener una victoria decisiva antes de que llegaran los refuerzos americanos.Los imperios centrales tuvieron algunas victorias entre marzo y junio de 1918 pero ninguna fue definitiva. En julio, cuando comenzaron a llegar los contingentes de ultramar, la suerte se volvió en contra de Alemania.
Las tropas de la Entente empezaron a presionar en todos los frentes. Las plazas trabajosamente ganadas por los germanos fueron cayendo una a una en manos de sus adversarios. Los países que apoyaban a Alemania comenzaron a desmoronarse. Bulgaria se rindió. Turquía pidió la paz. El 3 de noviembre, Austria se sometió a la paz impuesta por los socios de la Entente. Al principio de noviembre, los mismos alemanes pidieron un armisticio. El 10 de noviembre, Guillermo II huyó a Holanda. Al día siguiente, los delegados alemanes aceptaron las condiciones del armisticio dictadas por los vencedores.
La Europa que salió de esta guerra fue totalmente diferente de aquella que la inició. La misma técnica de la guerra había cambiado. El sufrimiento ocasionado por el conflicto (una estimación moderada de las pérdidas – es de diez millones de muertos y veinte millones de heridos provocó general desazón y abatimiento, e indujo a muchos a poner sus esperanzas en la recién constituida Liga de Naciones.