El expansionismo alemán
Adolfo Hitler, ignorando las condiciones fijadas en el Tratado de Versalles, inició la expansión de Alemania al violar la zona desmilitarizada de Renania y hacer que entraran ahí sus tropas. El gobierno francés tenía previstas unas elecciones legislativas, pero decretó una movilización de los generales franceses. Francia aceptó el reto de Alemania, favorecida además por la oposición de los gobernantes ingleses que no consideraban que esta acción fuera una declaración de las hostilidades.
Las tropas de Hitler invadieron posteriormente Austria y la anexaron al Tercer Reich a pesar de la oposición del ministro austriaco Dollfus. Ante la presión del ejército alemán, Checoslovaquia cedió parte de la región de los Sudetes, que fue incorporada también al Reich.
En 1939 las tropas alemanas invadieron Praga, la capital de Checoslovaquia, ocupando además Bohemia, Lituania, Eslovaquia y Moravia. Hitler y Mussolini se convirtieron en aliados, ganándole la partida a las potencias occidentales, al firmar un pacto de no agresión con Rusia, lo que resultó sorpresivo en vista de la actitud que la Alemania nazi había tenido hacia el comunismo.
El acuerdo entre Italia y Alemania estableció las zonas de influencias respectivas; Italia se extendió hacia el Mediterráneo y Alemania en el centro de Europa. La anexión de Praga a Alemania movilizó la diplomacia y alertó a sus aliados. Inglaterra y Francia fortalecieron su alianza y ofrecieron protección a Polonia. Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939 con la finalidad de que se le facilitara el paso a sus dominios en las provincias de oriente. Este hecho marca el inicio de la Segunda Guerra Mundial.