Evolución de las aves

Uno de los aspectos más interesantes de la evolución de las aves es el origen del vuelo. Aunque no cabe duda de que Archaeopteryx era capaz de volar, al ser el ave más antigua, las discusiones sobre el origen del vuelo están centradas en él. Según la teoría arbórea, las protoaves trepaban por los troncos de los árboles, saltando de rama en rama y a otros árboles.

Al principio utilizarían las alas únicamente para planear usando la fuerza de la gravedad como propulsor para finalizar volando activamente mediante el batido de las alas. Esta teoría estaría apoyada por las costumbres arbóreas de Archaeopteryx y por su capacidad para trepar por los troncos indicada por las uñas de sus dedos anteriores.

Siguiendo a la teoría corredora, las protoaves serían rápidos corredores bípedos que utilizarían las alas bien para equilibrarse al saltar y correr o para capturar presas animales con ellas usándolas a modo de red. Las alas aumentarían la distancia a la que estos cazadores podrían saltar facilitando su huida de un depredador. Esta teoría se vería apoyada por el hecho de que las aves provienen de dinosaurios bípedos corredores y de que las plumas se originaron antes que el vuelo, según muestra el hallazgo de dinosaurios emplumados de China. Ninguna de las dos teorías está completamente aceptada.

Los cambios más importantes que sufrieron las aves durante su proceso evolutivo fueron la desaparición de las mandíbulas y los dientes, reemplazados por el pico; el acortamiento de la cola, que se convirtió en una especie de timón para dirigir el vuelo; y, el aligeramiento del esqueleto, gracias a que se ahuecaron varios de sus huesos (neumatización).

La reducción del tamaño de las aves también está asociada con el control de la temperatura, que mantienen entre 41° y 43,5° Celsius. Como las aves de menor tamaño pierden el calor proporcionalmente más fácil que las más grandes, requieren más alimento para recuperar la energía perdida. Debido a esto, es común que muchas aves pequeñas vivan en regiones cálidas, como, por ejemplo el colibrí de Vervain, de Jamaica, que solo pesa 2,4 gramos. Aun en los trópicos, muchos colibríes se aletargan en la noche, para ahorrar energía. Al amanecer deben recalentarse para iniciar sus actividades diarias, que incluyen la obtención de hasta la mitad de su peso en comida.

A diferencia de las aves menores, que solo tienen los huesos mayores huecos (neumatizados), las aves de mayor tamaño tienen huecos un mayor número de huesos, a fin de disminuir su peso para el vuelo.