El peso de la religión

Durante la Edad Media la escultura se redujo solo a la producción de relieves y figuras para el embellecimiento de grandes obras arquitectónicas. Durante los siglos XI y XII el románico recuperó la escultura monumental en piedra, arte que en la práctica había desaparecido desde la antigüedad. Las iglesias del sur de Francia tienen en el exterior abundantes esculturas, destinadas a atraer e instruir a los fieles.

El artista no buscaba alcanzar la belleza. Por el contrario: sus figuras religiosas eran desproporcionadas, ya que se tendía a una generalización de los rasgos y a la abstracción.

Estas imágenes no eran exentas sino que solían realizarse sobre el propio muro de piedra, convirtiéndose en parte integral de la arquitectura y adaptándose al diseño del lugar en el que se colocaban puertas, tímpanos o jambas. En reemplazo de la individualización, habían arquetipos que enfatizaban alguna expresión primaria sobrecogedora, relacionada con el infierno, el mal o el pecado.

Se buscaba más que nada enviar un mensaje que tenía por finalidad adoctrinar a los fieles. De hecho, la decoración escultórica se ubicaba en las entradas y en las columnas de las iglesias.

Los árabes, que estuvieron en Europa durante casi toda la Edad Media, utilizaban piedras, estuco y marfil, y en algunos casos la madera, para realizar sus esculturas.

En España, el palacio de la Alhambra, construido durante el dominio musulmán, está decorado con estuco. Los trabajos en marfil tuvieron su mayor desarrollo en España durante el califato de Córdoba.

La madera está presente en relieves hechos en puertas de mezquitas, techos y sillas.

En la Baja Edad Media, conocida también como la Europa de las catedrales, surge el periodo gótico, se da una producción escultórica excepcional en Francia, Alemania e Italia. Al igual que en el románico, gran parte se realizó en combinación con la arquitectura religiosa, aunque también se encuentran figuras esculpidas en tumbas, púlpitos y demás mobiliario eclesiástico.

Aún se temía a Dios y se obedecía a la Iglesia. Sin embargo, reaparecieron las esculturas más bellas e ideales; las figuras eran alargadas, de postura rígida. Al principio el movimiento estuvo representado en la posición de las cabezas, que están hacia la derecha o izquierda, inclinadas hacia adelante o atrás. Después se fue expresando en los pliegues de las ropas, que permitían intuir la anatomía.

Además de las representaciones relacionadas con temas bíblicos, también surgieron las gárgolas, los monstruos, fieras, diablos, reptiles y cabezas grotescas.

El arte bizantino

Nació en el siglo IV d. C. en el Imperio Romano de Oriente, y se desarrolló hasta el siglo XV. Desde ahí pasó a los países del Este de Europa. Algunos e ventos afectaron su desarrollo. Los más notables fueron: el movimiento iconoclasta del siglo VIII (que destruía las imágenes religiosas), y, en el siglo XI, la ruptura entre la Iglesia de oriente y la de occidente. Este arte produce una arquitectura monumental que se manifiestó en las iglesias, bellos mosaicos y esculturas impresionantes.

Dos ciudades de particular interés para el arte bizantino son Bizancio-Constantinopla y Ravena. La escultura bizantina es enorme o pequeña, y en todo caso, escasa. Era frontal, hierática (motivos religiosos) y formal. Los ojos, grandes y mirando hacia lo alto, pretenden trasmitir inquietudes trascendentales.