Desequilibrio de las fuerzas

Fracasados todos los intentos diplomáticos, y ante la eficacia de la guerra relámpago empleada por los alemanes en Polonia , Europa se estremeció. El éxito de la aviación germana y de las «panzerdivisionen» (divisiones de tanques) causaron un deprimente efecto sicológico en los países democráticos, que se acrecentó con el ataque soviético a Finlandia.

En algunas armas estratégicas, las naciones aliadas (Inglaterra y Francia) se encontraban en inferioridad de condiciones con respecto a Alemania. El 3 de septiembre de 1939, cuando esos países declararon la guerra a Alemania, sólo evidenciaban superioridad naval.

Pero tanto los buques ingleses como franceses estaban insuficientemente armados como para oponerse con eficacia a los bombardeos en picada de la Fuerza Aérea germana.

El Temple Británico

Fue en Inglaterra donde las fuerzas nazis encontraron la más enconada resistencia. El pueblo inglés, consciente de la superioridad bélica de sus enemigos, pero también confiado en su temple, se unió en torno al estadista conservador Winston Churchill y preparó la defensa. Con una buena parte de Europa ocupada por sus ejércitos, Hitler guió sus pasos hacia Londres.

La estrategia era bombardear la capital y así provocar un rápido rendimiento de los ingleses que, con un ejército menor y una aviación escasa, serían, según éste, fácilmente reducidos. En el invierno de 1940 los aviones alemanes emprendieron vuelo hacia territorio inglés sin tener suficiente apoyo naval.

La defensa antiaérea británica emprendió la mayoría de los ataques, y muchos de los modernos aviones germanos sucumbieron en las aguas del Canal de La Mancha.

Los intentos alemanes por conquistar esos territorios se prolongaron hasta el año siguiente. Mientras tanto, Inglaterra recibía el apoyo de Estados Unidos, donde el Presidente Franklin D. Roosevelt había hecho aprobar una ley de préstamos y arrendamientos, en virtud de la cual Inglaterra podía recibir todos los elementos que necesitaba para su defensa. El auxilio estadounidense fue fundamental. Flotas mercantes, escoltadas por naves de guerra, cruzaron el Atlántico llevando alimentos y material bélico, en medio de la hostilidad de la armada nazi.

Día y noche los bombarderos alemanes dejaban caer sobre las ciudades, puertos y fábricas británicos, miles de toneladas de bombas.

La propaganda nazi, transmitida a través de potentes ondas de radio, intentó pero no pudo doblegar la resistencia inglesa.

Otros acontecimientos:

Mientras Alemania consolidaba la ocupación en diferentes latitudes y malgastaba sus tropas en Gran Bretaña, en varios lugares de Europa se producían otras situaciones. Italia, unida a Alemania por la alianza suscrita el 22 de mayo de 1939, llamada «Pacto de Acero«, pretendió mantener una actitud de no beligerancia. Con su declaración de guerra a Francia, en julio de 1940, Mussolini no obtuvo ni la flota ni las colonias francesas que pretendía. Hitler prescindió de su aliado, cuyo ejército no era de los mejores. La Unión Soviética, mientras tanto, sin gastar un tiro, se anexó los países bálticos: Estonia, Lituania y Letonia. También quitó a Rumania los territorios de Besarabia y Bukovina. Tiempo después Rumania fue obligada por Alemania a ceder otras regiones a Hungría y Bulgaria, que eran sus aliadas.

Invasión a Rusia:

Las relaciones germano-soviéticas se rompieron en junio de 1941. Viendo que resultaba casi imposible vencer la resistencia británica, Hitler cambió sus planes y, rompiendo una vez más sus compromisos, declaró la guerra e invadió la Unión Soviética. En esta empresa le secundaron Italia, Rumania, Hungría y Finlandia, más un grueso contingente de voluntarios enviados por el dictador español Francisco Franco y fuerzas proporcionadas por el general francés Felipe Petain.

Los soviéticos resistieron la embestida utilizando el mismo plan con el cual habían derrotado a Napoleón Bonaparte. Al igual que en esa ocasión, el invierno ruso fue fatal para las tropas nazis. Los ejércitos de Hitler conquistaron, arrasaron y se posesionaron de muchas ciudades soviéticas y alcanzaron a llegar hasta muy cerca de Moscú, la capital. Stalin, que permaneció en Moscú, y el general Gueorgui Konstantínovich Zhúkov lanzaron una fuerte contraofensiva con las fuerzas de reserva rusas el 6 de diciembre y, al cabo de pocos días, el grupo de avance de los alemanes fue arrollado.

La contraofensiva de Moscú no tardó en extenderse a todo el frente, siguiendo las órdenes de Stalin. Los alemanes no habían formado líneas defensivas para la retaguardia y no podían cavar trincheras porque el suelo estaba congelado.

Algunos de los generales aconsejaron que las tropas se retiraran a Polonia, pero Hitler les ordenó el 18 de diciembre mantenerse firmes en las posiciones en que se encontraran, con lo que logró mantener el sitio sobre Leningrado, seguir acechando Moscú y conservar la zona occidental de Ucrania. Este fue el primer fracaso de Hitler.