Los reflejos
Los reflejos son una respuesta involuntaria que se produce en un organismo animal frente a un estímulo. En su forma más simple consiste en la estimulación de un nervio sensitivo (aferente) a través de un órgano de los sentidos o receptor, seguida de la transmisión del estímulo, por lo general a través de un centro nervioso, a un nervio motor (eferente). El resultado de este proceso es la acción de un músculo o glándula, que recibe el nombre de efector.
Por ejemplo, un estímulo doloroso aplicado en una mano produce la retirada refleja de la mano, la cual implica la contracción del grupo de músculos que cierran el ángulo de la articulación (músculos flexores) y la relajación del grupo opuesto de músculos, que por lo general mantienen abierto el ángulo de la articulación (músculos extensores). Si el estímulo es fuerte, las neuronas que lo coordinan lo transmiten a los músculos del brazo, y también a los músculos del tronco y de las piernas. El resultado es un salto para retirar del estímulo doloroso, no sólo el brazo, sino todo el cuerpo.
En el hombre
Los reflejos no sólo se observan en los animales más simples, sino también en el hombre. Por la acción de los reflejos, éste puede llevar a cabo una serie de actividades, que no implican un control voluntario, y son vitales para el buen funcionamiento del organismo. Por ejemplo: la tos, el estornudo, los movimientos respiratorios, los movimientos cardíacos -o del corazón-, la variación del grado de abertura de la pupila, el diámetro o calibre de las arterias, el parpadeo, etcétera.
Todo acto reflejo está basado en una estructura de tipo nerviosa llamada arco reflejo. La célula básica del sistema nervioso se llama neurona.