Literatura Latinoamericana del siglo XX

Su historia, que comenzó durante el siglo XVI, en la época de la conquista, se puede dividir a grandes rasgos en cuatro periodos. Durante el periodo colonial fue un simple apéndice de la que se escribía en España, pero con los movimientos de independencia que tuvieron lugar a comienzos del siglo XIX entró en un segundo periodo dominado por temas patrióticos.

En la etapa de consolidación nacional que siguió al periodo anterior, experimentó un enorme auge, hasta que alcanzó su madurez a partir de la década de 1910, llegando a ocupar un significativo lugar dentro de la literatura universal.

La producción literaria de los países latinoamericanos forma un conjunto armónico, a pesar de las diferencias y rasgos propios de cada país. Los movimientos culturales y las tendencias que nacieron en Europa, durante el siglo XX, llegaron más tarde a América. Y la influencia que ejercieron dio lugar a un desarrollo de composiciones y obras literarias de diversa índole.

En América, este nuevo movimiento cultural significó más que una escuela una época donde hubo un «gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza», según las palabras del poeta español Juan Ramón Jiménez.

La producción literaria de los países latinoamericanos forma un conjunto armónico, a pesar de las diferencias y rasgos propios de cada país. Los movimientos culturales y las tendencias que nacieron en Europa, durante el siglo XX, llegaron más tarde a América. Y la influencia que ejercieron dio lugar a un desarrollo de composiciones y obras literarias de diversa índole.

En América, este nuevo movimiento cultural significó más que una escuela una época donde hubo un «gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza«, según las palabras del poeta español Juan Ramón Jiménez.

La madurez económica y política que alcanzaron los países hispanoamericanos a fines del siglo XIX permitió el abandono de la vieja imagen romántica del literato político, representado por Sarmiento, Montalvo, Arboleda y en otro plano José Martí.

El nuevo escritor es exclusivamente un artista y puede dedicarse a la búsqueda de la belleza. El nuevo escritor, generalmente, procede de familias acomodadas, pero rechaza el mundo de fantasía que estas clases sociales viven, prefiere huir de la sociedad, aunque a veces por vías poco adecuadas (suicidios, alcohol y drogas).

Dentro de este nuevo escenario, era lógico que los valores literarios adquirieran signos nuevos. La literatura hispanoamericana se nutre de dos fuentes principales, ambas francesas, el parnasianismo y el simbolismo. Con el primero, se acoge toda la influencia de Baudelaire y el ensalzamiento de los temas morbosos y, sobre todo, la obsesión por la belleza exótica.

El simbolismo había pretendido con Mallarmé expresar la idea pura de la belleza, a través de la complicidad de imágenes dispares, cuya enunciación recreaba en el lector la figura requerida.

De los parnasianos y simbolistas procede también la actitud de desesperación vital, de angustia y de tedio. Y las corrientes filosóficas del momento son apropiadas para ello: quiebran la antigua confianza en el positivismo, el que es reemplazado por la moral del superhombre predicada por Nieztsche. Es la época del irracionalismo vitalista, de las luchas contra las trabas que el cristianismo impone al libre desarrollo del ser humano. Pero, también se siente, por otro lado, la estremecida, casi mítica necesidad de Dios (Unamuno, León Bloy).

Surrealismo y Existencialismo

El surrealismo se extinguió como movimiento artístico en la década de 1930. Sin embargo, sus planteamientos ideológicos orientados en contra de las teorías tradicionales sobre estética, ética y política y en favor de nuevos símbolos y mitos alejados del racionalismo, continuaron ejerciendo su influencia a través de todo el siglo XX.

El existencialismo moderno surgió en la Europa desgarrada por las luchas entre intereses encontrados, donde el hombre se sentía amenazado en su individualidad, en su realidad concreta. De ahí su énfasis en la fundamental soledad del individuo, en la posibilidad de encontrar la verdad por medio de una decisión intelectual, y en el carácter irremediablemente personal y subjetivo de la vida humana.

Se denomina existencialismo a una serie de doctrinas filosóficas que, aunque suelen diferir radicalmente en muchos puntos, coinciden en considerar que es la existencia del ser humano, el ser libre, la que define su esencia, en lugar de ser su esencia humana la que determina su existencia.

Los nuevos literatos

Los poetas y prosistas americanos del siglo XX fueron renovadores de la lengua literaria americana: desterraron el lenguaje grave y afectado de la prosa romántica, sustituyeron el adjetivo tipificador por el adjetivo colorista y sugerente, depuraron el idioma, lo hicieron directo y hablado, incluso en medio de las más rebuscadas exquisiteces.