La música en el Renacimiento
Los primeros años del siglo XVI mantuvieron la influencia de las formas musicales desarrolladas por las escuelas francesas y flamencas del siglo anterior. Las composiciones, casi exclusivamente melódicas, buscaban en esta época mantener una unidad armónica. Se cuestionó el empleo indiscriminado de los modos eclesiásticos y paulatinamente se fue adoptando el sistema de escala, mayor y menor, que se mantuvo hasta el siglo XX.
Conjuntamente, en cada país nacieron géneros locales como la chanson francesa y la frottola italiana. Los madrigales adquirieron características propias en Italia, Flandes e Inglaterra; en Alemania surgió el lied, canción de gran emotividad; y en España aparecieron los villancicos o cánticos religiosos de inspiración navideña.
En la música sacra destacaron el italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina y el español Tomás Luis de Victoria, quienes llevaron a su máximo esplendor la escuela romana a través de grandiosas misas y motetes. Los movimientos protestantes y reformadores enfrentaron la música desde diferentes puntos de vista, lo que repercutió en el establecimiento de dos líneas de desarrollo en la música occidental: el estilo italiano y el alemán.
Durante el siglo XVI nacieron las primeras composiciones instrumentales genuinas, que se acompañaban en grupos de cuatro instrumentos o más, siendo el laúd el más popular de la época. Si el grupo estaba formado por instrumentos de la misma familia, pero de tamaños diferentes, se denominaba consort.
Es tema de debate en qué medida los nuevos estilos polifónicos de los siglos XV y XVI forman parte o no de un movimiento cultural más amplio de revitalización artística denominado renacimiento. Ello, a su vez, depende de cómo se defina el renacimiento y la cronología y geografía de este fenómeno cultural. La cuestión geográfica es importante: el ímpetu del renacimiento musical provino en gran medida de los compositores del norte que estudiaban en Borgoña, en el norte de Francia y en Flandes.
Aunque muchos (como es el caso de Dufay y Josquin) emigraron a Italia, sus obras respiran un aire diferente del estilo italiano. Y, si bien existen ciertos paralelismos entre el nuevo sentido de la profundidad y el control del espacio musical en la polifonía imitativa y en el desarrollo de la perspectiva en la pintura de la época, o entre la nueva expresividad de este estilo y los aspectos emocionales más humanos y directos de las artes del renacimiento, en general, la música no tiene lo que a menudo se ha considerado la característica definitoria del renacimiento, esto es, el retorno consciente a los modelos clásicos y su reinterpretación.
Esto se debe al hecho de que no se conservaban ejemplos de música griega o romana antigua que imitar. Ciertamente, los músicos del renacimiento conocían el famoso poder de la música en la mitología clásica — Orfeo se convirtió en una especie de ídolo— y tenían acceso a textos griegos que trataban tanto de teoría musical como de la riqueza ética y retórica de la música. Algunos teóricos del siglo XVI, especialmente el veneciano Nicola Vicentino y el florentino Vincenzo Galilei, incluso soñaron con recrear los antiguos modos y géneros de la Grecia clásica, desarrollando nuevas teorías sobre el cromatismo y los sistemas de afinación.
También existen evidencias de estilos improvisados de componer música (por ejemplo, en los círculos neoplatónicos que rodeaban al filósofo Marsilio Ficino a finales del siglo XV en Florencia igualmente ligados al movimiento humanista). Pero éstos solían considerarse experimentos inútiles, ya que, para la mayoría de los músicos, la antigüedad clásica era sobre todo un ideal al que ellos sólo podían aspirar.