Hepáticas
Los antiguos indagaban, con sumo interés las semejanzas que podían ofrecer, con los órganos del cuerpo del hombre y de los animales, las formas externas de vegetales, y veían en estas semejanzas el carácter que la naturaleza había impreso en esas plantas para señalar sus propiedades y su uso en el tratamiento de las enfermedades.
La farmacopea antigua registró con cuidado esos caracteres y dio en general a las plantas así marcadas, el nombre del organismo o del animal con el que tenían alguna analogía de forma.
El nombre de hepática (hepaticus, relativo al hígado) es uno de ellos. Fue dado, en un principio, a una de las mayores especies conocidas de hepáticas talosas, Conocephalum conicum, que crece en el hemisferio norte.
En la forma de la fronde de esta especie, por eso llamada hepática o hepática fontana, se creyó encontrar alguna semejanza con el hígado de animales, y fue empleada, con absoluta confianza, en el tratamiento de las afecciones de dicha entraña.