El concepto y el abanico de conceptos
Un concepto es una idea que se convierte en el punto fijo para otras ideas.
Además cada una de estas nuevas posibilidades alternativas se convierte en un punto fijo para ideas alternativa. Así usamos dos tipos de conceptos para lanzar alternativas.
Los tres niveles del abanico de concepto son:
Direcciones
Conceptos o enfoques muy amplios. El más amplio que uno pueda concebir se convierte en la dirección.
Conceptos
Métodos generales para hacer algo.
Ideas
Maneras concretas y específicas de poner en práctica un concepto. Una idea debe ser específica; debe ser posible su puesta en práctica directamente.
Para construir un abanico de conceptos se empieza por el “propósito” y después se trabaja retrocediendo. En cada paso, uno se pregunta: “Y ahora, ¿cómo llego a este punto?”. De modo que se va retrocediendo desde las direcciones hacia los conceptos, hasta terminar en un conjunto de ideas alternativas. Llegar ahí es precisamente la finalidad del ejercicio.
El propósito del abanico de conceptos e proveer un marco para general ideas alternativas. El marco fuerza las alternativas proporcionando una sucesión de puntos fijos. El abanico puede brindar también nuevos puntos focales. Por ejemplo, uno podría imaginar un concepto pero no tener aun una idea para ponerlo en acción. En el problema del tráfico el concepto podría ser “recompensar a las personas que podrían ir al centro de la ciudad en automóvil pero deciden no hacerlo”. Quizá no haya todavía una manera factible de realizarlo. Entonces, el concepto se convierte en un punto focal creativo.