Microscopio

Con el microscopio se puede estudiar no sólo la estructura y la naturaleza de los tejidos, sino también el modo en que los diversos componentes se disponen para formar estructuras funcionales.

A pesar de que el ojo humano puede distinguir líneas muy sutiles separadas unas de otras hasta 0,2 mm (con el objeto a distancia adecuada), con el microscopio óptico es inútil observar ampliaciones superiores a 900-1 000, porque el ojo, una vez rebasado ese umbral, no puede diferenciar lo que se le presenta.

Para más de 1000 aumentos, se obtiene un cuadro más amplio, pero menos detallado, y sólo con un microscopio de lentes de cuarzo o de otro tipo que permiten el paso de los rayos ultravioletas, es posible conseguir un poder separador superior al de la luz ordinaria.

Partes de un microscopio óptico compuesto

Con el microscopio óptico se obtienen imágenes muy agrandadas, pues los rayos de luz cambian su dirección al pasar de un medio a otro con diferente índice de refracción, y, usando lentes apropiadas, la luz que proviene de un objeto pequeño puede ser desviada para crear una imagen grande. Al igual que con los rayos ultravioleta y los rayos X, las corrientes de electrones no son captadas por el ojo humano, pero sí pueden impresionar las emulsiones de las placas fotográficas.

Por todas estas razones, para enfocar la imagen de la preparación que se pretende observar con el microscopio electrónico, es necesario utilizar una pantalla fluorescente. Con ella, además, la imagen obtenida puede ser fotografiada.