Dinero
Hace mucho tiempo, cuando el dinero aún no existía, las personas tenían que conseguir los productos que necesitaban y que ellos no producían. Intercambiaban un producto por otro. Por ejemplo, cambiaban un sombrero por cinco aguacates. A esto le llamamos trueque.
El trueque tiene muchas limitaciones: quienes ofrecen sombreros no siempre necesitan aguacates o quienes necesitan aguacates no requieren de un sombrero.
Así pues, para que el trueque se lleve a cabo no solo es necesario encontrar a quien ofrezca lo que necesitamos, también es preciso que a esa persona le interese lo que nosotros ofrecemos.
No basta con eso para que el trueque se realice, hay que ponerse de acuerdo en las proporciones que corresponden a cada uno de los productos. Sucede que quien ofrece un sombrero cree que éste equivale a siete aguacates, y al revés: quien vende aguacates piensa que dos aguacates valen un sombrero. Es difícil llegar a un arreglo.
Surge así la necesidad de contar con un instrumento que facilite el intercambio de bienes y servicios. Esta es la función principal del dinero: ser un instrumento de cambio. Las monedas y billetes son dinero en tanto las acepten para pagar lo que compramos. Cuando los billetes, monedas y otros medios de pago en circulación aumentan más rápido que los bienes y servicios en venta, los precios tienden a subir. El dinero no es bueno ni malo, es solo un instrumento de cambio. Son las personas quienes lo pueden usar bien o mal.
El dinero es también un medio de pago, a través del cual se pueden comprar bienes y servicios y pagar deudas. El precio de un bien representa su valor expresado en dinero. Si para mí un bien tiene mucho valor por la razón que sea, estaré dispuesto a pagar un precio alto por él.
El dinero es una medida de valor: actúa como la unidad a través de la cual se mide y expresa el valor de todos los bienes y servicios.
En el ejemplo que usamos, los aguacates tienen un problema a la hora de utilizarlos como dinero: son un bien perecedero, con el tiempo se maduran y se echan a perder. Por los materiales con que el dinero está hecho, es durable, se puede acumular y es fácil de transportar. Esta es otra función del dinero: ser un instrumento de ahorro. Es así que podemos guardar parte de nuestro dinero para utilizarlo en un futuro.
El dinero es una mercancía que aceptamos para intercambiarla por otras mercancías, no para consumirla directamente.
Conchas marinas, semillas de cacao, piezas de ámbar, marfil o jade, cuentas ornamentales, clavos, sal, ganado, oro o metales preciosos se utilizaron como dinero en el pasado, pero todas estas mercancías tenían algún inconveniente: eran perecederas, escasas o difíciles de transportar. Si hoy hablamos de salario, es porque los soldados de la antigua Roma recibían su paga en sal.
Con el paso de los siglos surgió el papel moneda, es decir, los billetes, que por ser de papel son más fáciles de transportar. Los billetes y monedas que hoy usamos se caracterizan por no tener un valor en sí mismos, pues el costo de fabricarlos no tiene relación directa con el valor que representan.
Este dinero se llama moneda fiduciaria. Hasta no hace mucho tiempo, el dinero que emitían las autoridades de un país estaba respaldado por una determinada cantidad de oro o de plata; ahora el dinero está basado en la confianza, lo aceptan y vale en la medida que existan bienes y servicios que se puedan comprar con él.