Estudio de los fósiles
Por lo dicho, puede comprenderse cuán difícil es el estudio de los fósiles, en cuanto se trata de determinar las especies de organismos a que corresponden y los grupos biológicos en que deben incluirse. En efecto, el paleontólogo no tiene entre sus manos sino restos precarios de tales seres, reducidos, en el caso más favorable, al esqueleto, y muchas veces tan sólo porciones o restos incompletos, en estado de moldes o de huellas con los cuales hay que rehacer mentalmente el animal o vegetal a que corresponden.
Sin embargo, la mayor parte de los organismos fósiles encajan en el plan biológico y en los grupos taxonómicos de los seres hoy vivientes, sí bien otros corresponden a grupos ya extinguidos, como los graptolites, trilobites, peces placodermos, etcétera, y muchas familias y géneros de reptiles, aves y mamíferos, cuya colocación exacta en el árbol genealógico de las especies es una de las aspiraciones de la Paleontología.
El orden que se va a seguir en la descripción de los grupos fósiles es el biológico. Comienza por la descripción de los organismos de constitución más sencilla terminando por los de organización más complicada; orden motivado por ser precisamente éste el de su aparición.
Así, de las tres eras o grandes periodos en que se divide la historia de la Tierra, la Primaria o Paleozoica es la del dominio de los invertebrados, por lo que se estudiarán primero; la Secundaria o Mesozoica es la llamada de los reptiles, por el predominio de esta clase de vertebrados; y la Terciaria o Neozoica es la del dominio de los mamíferos. Al final de ella, o en los comienzos de la Cuaternaria o Antropozoica, aparece el género humano.