Esponjas fósiles
La fosilización de estos organismos es en extremo irregular y anómala, lo que produce dificultad para su estudio y clasificación, pues las esponjas silíceas presentan a veces espículas calcificadas, y, recíprocamente, en las esponjas calcáreas puede producirse la silicificación de su esqueleto. En cambio, en ciertos terrenos, como en la creta blanca de Gran Bretaña y norte de Francia, las espículas silíceas se mantienen sin modificación alguna y en perfecto estado de conservación.
En otras localidades del cretácico o del Jurásico, la silicificación ha afectado a toda la masa de la esponja, que se conserva convertida en sílex o en ópalo; en este caso se reconoce la forma externa de la esponja, y aun el sistema de canales, si bien la microestructura no puede observarse por haber desaparecido.
Las esponjas se conocen en estado fósil desde los terrenos del Paleozoico antiguo. Existen algunas formaciones geológicas que son abundantes en esponjas fósiles, tales como el Devónico de Inglaterra, la caliza carbonífera de Escocia y Bélgica, el Triásico alpino, y sobre todo los niveles de formaciones coralígenas del Jurásico de Normandía y del Cretácico, que corresponden a mares cálidos, en donde se encuentran abundantes espículas y esponjas de los grupos de las Litistídeas y de las Hexactinélidas, muy numerosos en los depósitos marinos de las eras Secundaria y Terciaria, y hoy, con algunos de sus géneros, refugiados en los grandes fondos marinos. Otros grupos, como las Faretronas, que corresponden a las esponjas calcáreas, son exclusivamente fósiles.