Efecto invernadero
El dióxido de carbono se comporta ante la radiación como el vidrio de un invernadero, dejando parar el calor hacia el interior pero no hacia el exterior. Consecuencia de ello es que se produce un calentamiento de la Tierra y de la capa de la atmósfera.
El efecto invernadero se origina porque la energía que llega del sol, al proceder de un cuerpo de muy elevada temperatura, está formada por ondas de frecuencias altas que traspasan la atmósfera con gran facilidad. La energía remitida hacia el exterior, desde la Tierra, al proceder de un cuerpo mucho más frío, está en forma de ondas de frecuencias mas bajas, y es absorbida por los gases con efecto invernadero.
Esta retención de la energía hace que la temperatura sea más alta, aunque hay que entender bien que, al final, en condiciones normales, es igual la cantidad de energía que llega a la Tierra que la que esta emite. Si no fuera así, la temperatura de nuestro planeta habría ido aumentando continuamente.
Desde la revolución agrícola del Neolítico, con su actividad modificadora de las condicione ambientales, el hombre ha interferido indirectamente en el contenido de dióxido de carbono de la atmósfera. Pero ha sido a partir de la Revolución Industrial cuando este a interferencia se ha incrementado notablemente.
Así, la tendencia hacia un calentamiento global se ha ido constatando a lo largo del siglo XX, si bien el fuerte aumento de las temperaturas, a fines de los años ochenta, ha despertado la polémica y con ella se han disparado las señales de alarma.