Nomenclatura y clasificación zoológicas
En la clasificación zoológica se forman grupos de diferentes categorías, subordinadas unas a las otras. Las especies que tienen caracteres similares se agrupan formando un género; con los géneros, se constituyen las familias; con éstas se configuran los órdenes; con los órdenes se forman las clases, y un conjunto de clases constituyen un tipo, rama o phylum.
Cuando los grupos son muy numerosos, y existen razones científicas para ello, entonces se establecen otros grupos intermedios: subgéneros, subfamilias, subórdenes, etc.
Cuando un naturalista o zoólogo cree haber descubierto una especie animal desconocida hasta entonces, puede adjudicarse el derecho a proporcionarle un nombre. Sin embargo, para evitar la confusión que podría crearse dada la variedad de idiomas, se decidió adoptar el criterio establecido ya por Linné, que se basa en el empleo del latín.
Se ha convenido que cada especie sea designada con dos palabras: el nombre del género a que pertenece y el suyo propio. Así, el halcón común se llama Falco peregrinus y el león es Panthera leo. Cuando se hace necesario distinguir las subespecies de una especie, se recurre a la adición de un tercer nombre, que será el que marcará la distinción (ej.: la Scírus vulgaris vulgaris es la ardilla de suecia).
La primera gran división del reino animal señala dos grandes grupos: los vertebrados, conjunto de animales dotados de sistema nervioso centralizado en un cerebro y una médula espinal, protegido por una envoltura ósea (el cráneo para el cerebro y la columna vertebral para la médula espinal), y los invertebrados, que carecen de esos caracteres.