Para qué la historia
Para comprender, por sus orígenes, los vínculos que prestan cohesión a una comunidad humana y permitirle al individuo asumir una actitud consciente ante ellos. Esa actitud puede ser positiva: la historia sirve, entonces, a la cohesión de la comunidad es un pensamiento integrador; pero puede también ser crítico. Porque, al igual que la filosofía, la historia puede expresar un pensamiento de reiteración y consolidación de los lazos sociales o, a la inversa, un pensamiento de ruptura y de cambio.
El estudio de la historia no se enmarca sólo en las características políticas y económicas de las sociedades, se apoyan ampliamente en otras ciencias y disciplinas, o que le proporciona un carácter crítico que la convierte en una herramienta básica para el análisis y la reflexión del proceso evolutivo del pensamiento humano.
En conclusión, lo histórico debe tratarse analíticamente y de forma crítica, considerando los factores políticos, económicos, sociales y culturales de las comunidades humanas a través del tiempo, así como utilizando los métodos de investigación de otras ciencias y de las ciencias sociales, ya que la historia es una disciplina científica que requiere apoyarse en otras numerosas ciencias para dar como resultado una interpretación y reflexión integrales.