Bacterias ferruginosas
Entre las sulfurosas, Beggiatoa alba, igualmente filamentosa, se puede observar, primero, continua, llena de granitos de azufre, hasta que se forman las esporas de un modo análogo, endógenas. Utilizan el ácido carbónico y las sales amónicas, pero es sobre todo el hidrógeno sulfurado el que necesitan, pues lo descomponen y fijan el azufre. En las aguas algo ferruginosas, pero ricas en materias orgánicas, se presentan bacterias que poseen bastante óxido de hierro, las cuales tienen la propiedad de descomponer ciertos compuestos de hierro y manganeso, dando productos solubles de ellos, o bien precipitándolos, según los casos.
Se han citado multitud de especies ferruginosas, y su enumeración sería larga, pero las más comunes y mejor estudiadas pertenecen a los géneros Cladothrix y Crenothrix. Algunas de estas bacterias son muy diversas de las ya descriptas. Cladothrix dichotoma, común en todas las aguas sucias e impuras, está formada por filamentos muy finos, algo ramificados, que reuniéndose, revisten con una capa mucosa las paredes, las piedras y aun las algas de esas aguas.
Estos filamentos están constituidos por pequeñas células en forma de bacilos, cuyos puntos de unión se reblandecen, quedando libres Crenothrix Kuehniana, una de las bacterias más ferruginosas, también común, es asimismo filamentosa, pero nada ramificada, y sus células se desarticulan dentro de una vaina común, siendo las celulillas resultantes las espórulas. Leptothrix ochracea también es filamentosa.
Todas ellas apenas necesitan sustancias orgánicas; les basta que en las aguas exista carbonato ferroso, que transforman oxidando el óxido ferroso para acumularlo en su organismo. Se cita también Spirophyllum ferrugineum, cuyos filamentos planos tienden la facultad de enrollarse.