Patologías del hígado
Las malformaciones hepáticas tienen escaso interés anatomoclínico.
Sin embargo, desde el punto de vista histológico presenta interés el hígado quístico congénito que a veces se asocia a transformaciones císticas de otros órganos (riñones. páncreas y pulmones).
Trastornos circulatorios
De todos los trastornos circulatorios del hígado el más importante es la esteatosis, con sus modalidades aguda y crónica. La estasis venosa hepática se manifiesta siempre que se obstaculice el flujo sanguíneo del organismo hacia la sección derecha del corazón.
La esteatosis hepática aguda es un hecho anatómico muy frecuente. El hígado aumenta moderadamente de volumen y peso, y presenta la cápsula tensa y los bordes anteriores redondeados: adquiere también un color cianótico y se aprecia una dilatación de las venas grandes intrahepáticas.
Histológicamente la lesión fundamental es la atrofia, es decir, la muerte de la célula hepática, ya sea por factores mecánicos de compresión, ya sea por la anoxia.
En la esteatosis hepática crónica, el hígado tiende a reducirse gradualmente de volumen y peso, y presenta el borde afilado, la superficie irregular y la cápsula engrosada. En la superficie de corte se percibe un cuadro polimorfo con áreas de estructura lobular más evidente que lo normal, y otras con aspecto de nódulos de células hepáticas regeneradas de contenido graso (hígado en nuez moscada).
Histológicamente se observa una transformación fibrosa centrolobulillar que puede extenderse a todo el lóbulo e incluso constituir puentes colágenos con la zona fibrótica de lóbulos vecinos. Los residuos de células hepáticas, que quedan entre los haces fibrosos, se reproducen de modo activo y forman pequeños nódulos de regeneración.
Degeneraciones
Entre las alteraciones degenerativas del hígado merecen ser destacadas la degeneración grasa y la degeneración amiloidea.
El hígado con degeneración grasa aumenta de peso y volumen, y presenta los bordes gruesos y redondeados, la cápsula de Glisson tensa y el parénquima blando y fláccido, de color amarillento y a veces un poco verdoso por la imbibición biliar. Las alteraciones pueden ser difusas o estar localizadas en forma de estrías.
En la amiloidosis o degeneración amiloide el hígado adquiere mayor volumen y se manifiesta duro, pálido y con aspecto traslúcido o lardáceo en la superficie de corte. Mediante una coloración especial, se destacan en la zona mediolobular las acumulaciones de sustancia amiloide que se forman alrededor de los capilares y que ocasionan deficiencias en la nutrición de la célula hepática y, por consiguiente, su atrofia.
Infecciones
La enfermedad infecciosa más frecuente e importante del parénquima hepático es la hepatitis vírica, en la forma denominada infecciosa o de virus A, o en la forma sérica o de virus B. Los cuadros anatómicos de ambas son superponibles; por tanto, es imposible diferenciar una de otra, ni anatómicamente ni por biopsia hepática. A veces varían los hallazgos según el curso o el desarrollo de la forma, pudiendo en estos casos distinguirse los cuadros característicos de la forma benigna, de la maligna y de la subaguda que evoluciona en esclerosis.
En lo referente a la hepatitis benigna, de evolución favorable, el cuadro histológico es extremadamente variado: alteraciones regresivas y necróticas de las células hepáticas; infiltraciones inflamatorias en el espacio portobiliar, y fenómenos regenerativos, dedicados a tapizar las zonas necróticas.
En cuanto a la hepatitis maligna, de evolución mortal, se observan cambios macroscópicos y microscópicos en el hígado, de los cuales el más significativo es la extraordinaria disminución de volumen que experimenta, llegando a alcanzar la mitad de su peso normal. Microscópicamente se aprecia destrucción y necrosis celular considerable.
Por último, en la hepatitis subaguda existe un paso gradual de las alteraciones necrótico-degenerativas a las escleróticas; en estos casos, debido a la exuberancia de los fenómenos regenerativos, la estructura del hígado adquiere el aspecto característico de la cirrosis de nódulos gruesos.
Cirrosis hepática
La característica común y esencial de todos los hígados cirróticos es, desde el punto de vista macroscópico, el aumento de consistencia debido a la abundancia de componente colágeno del órgano. Las demás propiedades varían en relación con el tipo de cirrosis. Normalmente la superficie de corte se muestra irregular a causa de la presencia de nódulos de diversas dimensiones. Seguidamente se describirán 3 tipos de cirrosis: la cirrosis de desnutrición, la cirrosis poshepática y la cirrosis posnecrótica.
La cirrosis de desnutrición se halla muy relacionada con el alcoholismo crónico, porque éste, además de perjudicar directamente las células hepáticas, determina un aporte menor de proteínas y glúcidos, con la consiguiente degeneración grasa de las células hepáticas.
La cirrosis poshepática surge como consecuencia de una inflamación de naturaleza vírica, transmitida por infección o por transfusión sanguínea.
La cirrosis posnecrótica se debe a numerosas causas, entre las cuales la más importante es el virus de la hepatitis. En algunos casos la evolución es fulminante y la enfermedad termina de manera fatal en lo que se conoce como atrofia aguda amarilla; en ésta el hígado aparece pálido, muy reducido de volumen y peso y con la superficie de aspecto granular, por lo que recibe el nombre de cirrosis de nódulos gruesos.