Invertebrados fósiles
Constituyen el grupo más numeroso de todos los seres que han poblado la Tierra en el transcurso de los tiempos geológicos. Su estado de conservación es a veces muy precario, pues muchos de ellos sólo han dejado restos de sus partes duras; otros nos ofrecen huellas de sus partes blandas; y en casos excepcionales se han podido conservar los más delicados detalles de su estructura.
El amplio campo que ofrecen los variados tipos de invertebrados fósiles, dificulta establecer las conexiones que puedan relacionarlos, quedando aún muchos puntos oscuros en su evolución, y tanto más cuando aparecen faunas muy avanzadas en los estratos fosilíferos más remotos. Esta abarca ya esponjas silíceas, políperos asociados en verdaderos arrecifes coralinos, hidroideos especiales, estromatóporos, graptolites, briozoos, equinodermos, tanto crinoideos como cistidos, blastoides, asteroides y equínidos; innumerables braquiópodos, moluscos de todos los grupos, tanto la melibranquios como gasterópodos y cefalópodos.
Las mismas medusas y los gusanos marinos han dejado trazas de su presencia, a pesar de lo tierno de su cuerpo, en moldes naturales de su cavidad general, las primeras, y perforaciones en las arenas, sus tubos calcáreos o los artejos quitinosos de sus mandíbulas los segundos. Los articulados de tipos muy distintos a los que vivieron en épocas más recientes, presentan un extraordinario desarrollo y constituyen uno de los grupos más notables.
Así como para establecer la cronología de los estratos en los tiempos terciarios, los mamíferos juegan un papel importantísimo entre los vertebrados, los invertebrados nos precisan en otras eras la sucesión de las sedimentaciones.