Filtro atmosférico
El Sol emite energía en todas las direcciones del espacio. La que recibe la Tierra no es sino una pequeñísima fracción de la que libera el Sol. Aun así, no toda la radiación que llega a la alta atmósfera alcanza la superficie del planeta. Una parte es reflejada y otra es absorbida por la atmósfera. La atmósfera, por tanto, actúa como un filtro para la radiación solar. Ahora bien, la atmósfera realiza un filtrado selectivo de la radiación solar, pues no absorbe por igual todas las longitudes de onda.
Como resultado de este filtro, un 47% de la radiación solar incide en lo alto de la atmósfera no llega a la superficie terrestre y tan sólo un 8% de la radiación terrestre se pierde en el espacio.
Una de las radiaciones más peligrosas para la vida que filtra la atmósfera es la radiación ultravioleta o radiación UV, que puede ser letal para la vida.
Se divide en tres tipos, según la longitud de onda:
- Radiación UV-A. Es continua con la luz visible y la menos energética, por ser la de mayor longitud de onda (entre 400 nm y 320 nm). Puede causar daños en la piel, por su gran intensidad.
- Radiación UV-B. Es filtrada por la capa de ozono. Su longitud de onda es de 320-380 nm. Es peligrosa para los seres vivos. En las personas produce desde enrojecimiento y quemaduras hasta arrugas, cáncer a la piel, cataratas y debilitamiento del sistema inmunitario.
- Radiación UV-C. Es la más peligrosa, pero, por fortuna, es totalmente absorbida por el oxígeno. Se emplea en procesos industriales para desinfección.